Género y familia en los libros escolares de lectoescritura (Buenos Aires, 1916-1930)

Por: Irina Zaycev [I]

Resumen

El presente artículo se propone indagar sobre la educación ciudadana en clave de género durante los primeros gobiernos radicales en la provincia de Buenos Aires. Para ello, se analizan las imágenes, frases y textos de tres libros escolares obligatorios destinados a la enseñanza de la lectoescritura en los primeros años de escolaridad. Tales libros fueron aprobados respectivamente por el Consejo Nacional de Educación, el Consejo General de Educación de la provincia y la Dirección General de Escuelas de la provincia. El objetivo es poder responder al interrogante ¿cómo dichos textos escolares enseñaban contenidos de género y familia?

Palabras clave: educación, género, familia, ciudadanía, radicalismo.

Contexto político y educativo

A partir de la sanción de la Ley Sáenz Peña (1912), que legalizó el sufragio universal masculino, secreto y obligatorio, Hipólito Yrigoyen se consagra como presidente dejando atrás a las fuerzas liberales conservadoras que detentaban el poder desde 1880. Por lo cual, Argentina da sus primeros pasos en la conformación de la sociedad democrática. No obstante, la mayoría de la población no gozaba de dicho derecho por ser considerados, desde el Estado, como personas incapaces de conducir el rumbo del país sin ser primero educadas para tal fin (Ruffini, 2007).

Desde el punto de vista educativo, no existieron cambios significativos entre el sistema de fines del siglo XIX-principios del siglo XX y el sistema educativo de los posteriores períodos radicales. Inclusive “[…] el impulso laicista, generalizador de la instrucción pública y la orientación científica, práctica y utilitaria, fue promovida por la oligarquía y los planteos radicales se agotaron tratando de conseguir un mayor acceso a las instituciones existentes” (Tedesco en Piuggrós, 1992, p. 42).

Dentro de la pedagogía del período de estudio coexistieron perspectivas nacionalistas tradicionales junto con la realidad cultural y económicamente diversas; al mismo tiempo que se intentó instalar un modelo educativo técnico-profesional que entró en conflicto con el sistema económico agroexportador, el cual no demandó mano de obra tecnificada (Piuggrós, 1992, pp. 17-19).

Específicamente, los libros escolares del período funcionaron como efectivos aparatos ideológicos, donde“además de fijar la cultura, se esperaba dejar rastros que formaran hábitos cívicos” (Lionetti, 2005, p. 1237), en el intento por forjar los buenos comportamientos ciudadanos a partir de que el educando internalice reglas sociales. (Lionetti, 2005).

Los libros escolares y las imágenes

En el presente trabajo se analizan libros escolares porque se reconoce su importancia en la formación de sujetos y subjetividades, en tanto que estos forman determinada manera de comprender la realidad que enseñan. Por ende, “las apropiaciones particulares de los lectores, dependen, en conjunto, de los efectos de sentido que construyen los mismos manuales, de los usos y las significaciones impuestas” (Doval, 2019, p. 65).

En específico, las imágenes de los libros escolares no son ingenuas, sino que construyen una mirada particular, en el educando, sobre aquello que presentan, “pues son una muy buena guía para entender el poder de las representaciones visuales en la vida política de una cultura” (Doval, 2019, p. 76).

De este modo, “las imágenes visuales son estímulos poderosos para la mente humana. Esos poderes han sido ampliamente reconocidos y utilizados como instrumentos de persuasión y dispositivos de poder” (Malosetti Costa, 2018, p. 60). Las imágenes seleccionadas en los libros no son ingenuas, sino que tienen la intencionalidad de enseñar ideas sobre la realidad pudiendo, en muchos casos, influir sobre su configuración, debido al “poder de persistencia de ciertas configuraciones visuales a través de los siglos como memoria cultural de los individuos y las sociedades” (Malosetti Costa, 2018, p. 61).

En el caso particular de los libros escolares argentinos (fines del siglo XIX y principios del siglo XX) portan “una fuerte impronta estatal”. Estos transmitían por treinta o cuarenta años consecutivos “las pautas morales de la joven nación” (Wainerman y Heredia, 1999). De este modo, se puede concebir a los libros escolares como “usinas de transmisión de contenidos ideacionales» (p. 46).

Por lo tanto, ellos son el medio por el cual el Estado materializa sus intenciones educativas. Los contenidos están compuestos tanto por información temática así como por márgenes normativos que transmiten “una manera determinada de percibir la realidad y, al hacerlo, procuran moldear los valores, actitudes y comportamientos de los alumnos-futuros ciudadanos” (p. 46). Se debe reconocer, así, que los libros escolares cumplen la función de integrar a cada educando en la vida social de determinado tiempo y lugar.

“Ser mujer” y “ser varón” en los libros escolares

Dentro del contexto socioeconómico de la Argentina de fines del siglo XIX y principios del XX, la modernización trajo consigo el crecimiento del mercado laboral. Un cambio profundo dentro de los cuales las mujeres participaron poco y quienes lo hacían no recibían amparo legislativo. En tanto que la concepción de mujer en dicha época y su rol dentro de conformación familiar no eran compatibles con la realización de actividades laborales. Por ende, el lugar socialmente natural de la mujer era el hogar, mientras que el trabajo productivo era propio de los hombres. Dicho panorama ideacional de la época se ve reflejado en la educación escolar por medio de los libros, lo cuales transmitían la idea de que los varones debían encontrarse siendo padres y las mujeres, madres (Weinerman y Heredia, 1999, p. 53-66).

Además, se reconocen otras producciones que han trabajado cuestiones de género en los libros escolares de fines del siglo XIX y principios del XX, específicamente en la educación física y el orden corporal que sus contenidos impartían (Scharagrodsky, Manolakis y Barroso, 2003). Tales investigaciones han determinado que los libros escolares de la época han performateado los cuerpos masculinos y femeninos, lo cual está intrínsecamente relacionado con la formación ciudadana. En tanto y en cuanto, los contenidos transmitidos “ha[n] contribuido a la conformación de un proceso civilizatorio que, en términos educativos, persiguió el ideal de formar al buen ciudadano (varón), útil, productivo, obediente, dócil, sano, y racional que necesitaba un Estado moderno” (Scharagrodsky, Manolakis y Barroso, 2003, p. 88).

A su vez, existen investigaciones que han puesto de manifiesto las intenciones del Estado por formar al ciudadano argentino y la ciudadana argentina, respectivamente, como política educativa cuyo propósito fue crear la nueva sociedad civil de fines del siglo XIX y principios del XX (Lionetti, 2001 y 2005).

En este sentido, el presente trabajo se propone analizar las imágenes y frases presentes en los libros escolares de lectoescritura con el objeto de investigar la formación ciudadana que ellas transmitían en el marco de una sociedad democrática incipiente. Se busca establecer el carácter educativo de las imágenes sobre los futuros ciudadanos y ciudadanas de la democracia. La observación se realiza en clave de género.

Asimismo se concibe a la ciudadanía, en sentido amplio, como el resultado de la escolarización de las personas, donde aprenden a convivir en sociedad. “La educación de los niños tiene consecuencias directamente relacionadas con la ciudadanía y cuando el Estado garantiza su educación piensa en los requisitos y la naturaleza de la ciudadanía” (Marshall, 2023, p. 310). La ciudadanía es el producto de las experiencias educativas porque “la educación en la infancia es crear al futuro adulto” (p. 311).

El presente estudio se inscribe en una investigación más amplia sobre la educación de la ciudadanía democrática en los primeros gobiernos radicales, resultado del trabajo realizado en el marco de la beca de formación en investigación, BEFI, otorgada por el Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Quilmes. Dentro de dicha investigación se analizaron, además de los aquí presentados, textos escolares destinados a la formación ciudadana en las escuelas primarias de la provincia durante 1916-1930.

En el análisis se utilizaron los siguientes libros para la enseñanza de la lectoescritura.  El libro Leo, aprobado en 1920 para su uso en 1° grado de las escuelas primarias bonaerenses dependientes del Consejo General de Educación. Su autor fue el docente y pedagogo Víctor Mercante, quien creó la Sección Pedagógica de la Universidad Nacional de La Plata, fue presidente de Sociedad Psicológica de Buenos Aires, decano de la Facultad de Ciencias de la Educación UNLP y escritor de obras pedagógicas. Este libro presenta frases, breves narraciones y fotografías.

Además, se trabaja con el libro El Niño, aprobado en 1920 para su uso en primer grado de las escuelas primarias dependientes del Consejo Nacional de Educación y de las Direcciones Generales de Escuelas, cuyo autor José J. Berrutti fue profesor e inspector técnico general de escuelas. Y con el libro El Deber, aprobado en 1919 para su uso en las escuelas primarias dependientes del Consejo Nacional de Educación. Aquí se utiliza su segunda edición de 1920, cuyo autor Hilario Sanz fue docente.

No obstante, los libros aquí trabajados estaban aprobados para ser utilizados en las escuelas primarias de la provincia de Buenos Aires hasta 1924, 1925 o 1926 respectivamente (Revista de Educación, 1922, pp. 672-675).

Las imágenes en los libros escolares: educar la mirada

El libro Leo (Mercante, 1920) construía ante la mirada del educando formas ideales de ser y estar en el mundo social. Enseñaba las maneras apropiadas de ser niño y niña, con una marcada división de los estereotipos según sexo-género.

(Mercante, 1920)

Por medio de tres breves narraciones sobre una niña “René”, se exaltan las características apropiadas en la personalidad y aspecto de una niña. Dentro de las cuales se destacan la bondad, simpatía, gracia y dulzura; ser amigable, sencilla, respetuosa y exitosa en la escuela; estar sana y robusta; sentirse alegre por asistir a la escuela y por cumplir con sus obligaciones como alumna. Por ende nunca falta a la escuela ni descuida el estudio.

El texto de este libro hace fuerte hincapié en la transmisión de la importancia de que los niños y las niñas asistan a la escuela, es su deber, su tarea primera porque ese es el lugar que tienen que ocupar en la estructura familiar (Mercante, 1920, pp. 19, 6 y 62).

Por medio de tres breves narraciones sobre “el nene” (Mercante, 1920, pp. 28, 47 y 56), se exaltaban las características apropiadas en la personalidad y aspecto de un niño, las cuales destacan ser saludable, encantador y observador; tener gracia, responder cuando le preguntan porque es obediente; estar dispuesto a aprender las disciplinas escolares y nunca llorar.

A su vez, la sabiduría y el acatamiento a los adultos son dos características transmitidas como el deber ser de todo infante varón: “un hombrecito alegre y fuerte, dispuesto a matricularse en la escuela. Sabe infinidad de cosas porque es observador y atiende cuando su padre le habla”(Mercante, 1920, p.56). Eran buenos niños aquellos que siempre estaban dispuestos a aprender tanto en la escuela como de su padre.

(Mercante, 1920)

Para acompañar estos relatos, el libro presenta fotografías mediante las cuales transmitía estereotipos de género. Las imágenes educaban a los niños y las niñas sobre las maneras apropiadas de lucir, vestir y actuar en las mujeres. Se observan imágenes donde todas las mujeres-madre se visten con vestidos, polleras, blusas, moños, lazos, vinchas, zapatos, sombreros y usan el pelo largo.

Asimismo, el libro acompaña los relatos con imágenes de una mujer en la cocina preparando comida al tiempo que está cuidando dos hijos; una mujer limpiando una bandeja al tiempo que cuida de dos niñas; una madre alzando y besando a su hijo acompañado de un texto que sostiene que esa madre es cariñosa con su hijo porque lo quiere.

(Mercante, 1920)
(Mercante, 1920)
(Mercante, 1920)

En sintonía con la educación de las niñas en función de su “misión en la sociedad” (Lionetti, 2005, p. 1246), es decir, la educación de fines del siglo XIX y principios del XX, se construía la figura de las mujeres como madres y esposas, y, de este modo, se transmitía a las niñas el ideal femenino que ellas, luego, debieran cumplir.

Por su parte, al igual que el libro Leo (Mercante, 1920), El niño (Berrutti, 1918) y El deber (Sanz, 1920) presentan imágenes estereotipadas que caracterizaban modelos ideales de madre, padre, niño y niña. Conocimientos transmitidos como las maneras normales de habitar la sociedad. Para el caso de las madres de la familia se visualizan imágenes que las caracterizan como aquellas que deben ocuparse de la crianza de los/as hijos/as. Las mujeres fueron ilustradas como las encargadas del aseo, vestimenta y alimentación de los hijos/as.

(Berrutti, 1920)
(Berrutti, 1920)

Explícitamente se observan imágenes de mujeres confeccionando ropa, tejiendo, bañando a un/a niño/a, cocinando, dando de comer, sirviendo la comida, meciendo un bebé o una cuna. Todas ellas acompañadas de frases o palabras que aluden a las acciones que ilustran.

(Sanz, 1920)
(Sanz, 1920)
(Berrutti, 1920)
(Berrutti, 1920)

En el caso de los padres de la familia, se visualizan imágenes que los caracterizaban como trabajadores. Su deber era el de ocuparse de las actividades productivas. De este modo, se presentaban imágenes de hombres realizando alguna actividad referida a algún puesto de trabajo, por ejemplo, podando un árbol, como minero, esquilador, molinero, zapatero, cochero.

(Sanz, 1920)
(Sanz, 1920)
(Sanz, 1920)
  (Berrutti, 1920)

Del mismo modo que las nociones de mujer y hombre, pero en mayor medida, se presentan ilustraciones que caracterizaban a los niños/hijos y a las niñas/hijas de la familia; a quienes, los libros aquí analizados, caracterizan partiendo del supuesto de que los niños son potenciales hombres productivos y las niñas son potenciales mujeres madres. Es por ello que las niñas son ilustradas lavando ropa, cosiendo, tejiendo, dando de comer y bañando una muñeca o mascota, preparando un café en la cocina. Y, a su vez, los niños son ilustrados ordeñando, pescando, prendiendo una fogata, cavando un pozo, manejando un auto, utilizando herramientas de carpintería.

(Berrutti, 1920)
(Berrutti, 1920)
(Sanz, 1920)
(Sanz, 1920)
(Sanz, 1920)
(Sanz, 1920)
(Sanz, 1920)
(Sanz, 1920)

Tanto niñas como niños se presentan jugando a ser aquello que son su padre y su madre, pero, además, se les asigna responsabilidades en su presente como hijas e hijos de la familia. Esto último se visualiza a partir de imágenes con niños y niñas leyendo, estudiando, realizando cuentas matemáticas. Al tiempo que cuentan con frases e imágenes que inculcan hábitos de higiene, puntualidad, asistencia, obediencia a los adultos, generosidad, solidaridad. Ponen especial énfasis en la transmisión de la importancia de ir a la escuela, como un deber que todo niño y niña posee.

A su vez, dichas imágenes enseñan consumos culturales en cuanto a vestimentas, calzados, peinados, accesorios, posturas del cuerpo, y las actividades apropiadas para los tiempos de ocio, como por ejemplo, niñas jugando con muñecas y a saltar la soga, y niños jugando con una pelota o auto.

Reflexiones finales

En la escuela primaria del período 1916-1930, los libros escolares de lectoescritura enseñaban arquetipos de familia, roles de género y mandatos de infancia. Por medio de sus contenidos tanto escritos como ilustrados transmitían al educando formas ideales, apropiadas y normales de ser y estar en la sociedad Argentina.

Lo mencionado deja en evidencia los intentos de dichos libros por inculcar en cada alumno/a las formas aceptadas y esperadas de habitar el país; a objeto de que adopten para sus conductas tales maneras de vivir tanto en su presente como niños/as escolarizados/as, así también en su futuro como ciudadanos y ciudadanas de la naciente sociedad democrática.

En la enseñanza de sílabas, palabras y frases se entromete la enseñanza de acciones apropiadas, designadas como responsabilidades o deber ser, según sexo-género y edad; las cuales transmitieron, junto con las imágenes, un modelo normalizante sobre la conformación de la familia argentina, que pretendió fundar en el imaginario del educando un modelo particular de ciudadano argentino y ciudadana argentina considerados normales. Es decir, se buscó que desde niños/as internalicen la estructura familiar a la que pertenecen y la que deberán sostener en un futuro.

Por lo tanto, mediante los libros escolares aquí trabajados se buscó educar una ciudadanía argentina democrática que conociera el orden social dado como el único posible y, al mismo tiempo, que supiese posicionarse en él sin alterarlo.

Listado de libros relevados

Berrutti, J. (1920). El niño.Buenos Aires: Jan Perrotti Editor, 6ta edición. Biblioteca Nacional del Maestro: http://www.bnm.me.gov.ar/giga1/libros/00079588/00079588.pdf

Mercante, V. (1920). Leo. Buenos Aires: Editorial A. Kapelusz y Cía. Biblioteca Nacional del Maestro.

Sanz, H. (1920). El Deber. Buenos Aires: Editorial A. Kapelusz y Cía., 2da edición, Biblioteca Nacional del Maestro: http://www.bnm.me.gov.ar/ebooks/reader/reader.php?inv=00013883&mon=0

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[I] Irina Zaycev: Profesora de Ciencias Sociales (UNQ). El artículo es el resultado de parte del trabajo de investigación realizado en el marco de la beca BEFI.