Lo óptico y lo audio-táctil. Una comprensión formalista de los sentidos desde Greenberg y McLuhan

Por: Malena Torres [I]

Resumen

Clement Greenberg y Marshall McLuhan se destacaron como críticos norteamericanos en diferentes décadas del siglo XX. Ambos se concentraron en intentar abarcar la producción de sentidos de las nuevas corrientes y los nuevos medios que surgían en sus respectivos momentos: Greenberg y la pintura moderna en los años treinta, McLuhan y la televisión en los sesenta. Tanto el primero como el segundo prestaron particular atención a la relación del formato material del medio con los sentidos de quien accede a él.

Este trabajo buscará comprender de qué manera las percepciones sensoriales se desarrollan en ambas teorías de los autores y cómo estas se relacionan entre sí aún con décadas de diferencia. 

Palabras clave: sentidos, audio, táctil, televisión, pintura.

Introducción

El siglo XX estuvo caracterizado por una serie de acontecimientos que llevaron a los artistas y críticos a cuestionarse la percepción que tenían sobre su arte y cómo este se presentaba al mundo, qué representaba (o no). El crac de 1929, el período de entreguerras y el inminente ascenso de los regímenes totalitarios europeos daban lugar a un arte popular y comercial que servía de herramienta propagandística a los líderes del fascismo. Así, nacía una cultura de masas que se alejaba cada vez más del “arte elevado” y proponía una cultura universal que imitaba los efectos del arte. En palabras de Greenberg, el kitsch. Clement Greenberg (1909-1994) fue uno de los críticos más influyentes del siglo XX que se encargó de defender el arte moderno, la vanguardia de la incipiente cultura de masas en Estados Unidos. Con su caracterización del arte abstracto, buscó separar de la sociedad de cualquier contenido político que pudiera contener, de cualquier carácter representacional. El arte moderno, según Greenberg, se debía acercar a una evolución histórica de cualquier tipo de indicio de experiencia. Si el arte no es representación, no es política, no es experiencia, entonces ¿qué es? En un escenario donde la vanguardia intenta redefinirse y alejarse de las concepciones de la realidad de la sociedad en la que se encuentra, lo único que contiene el arte es el propio arte. La búsqueda de lo absoluto se encuentra así en “el arte por el arte”, la pureza de la obra y la abstracción total del contenido.

¿Qué es lo que caracteriza a la pintura moderna como nueva corriente artística? ¿Qué separa a lo pictórico del resto de las disciplinas? Si no es el contenido, entonces este deberá ser disuelto en la forma. Es así como la percepción formalista del arte comienza a aparecer en la teoría de Greenberg. El arte abstracto no es representación, sino que es definido por su interacción con las propiedades físicas de su propio medio.

Tres décadas después de la publicación de “Vanguardia y kitsch”, uno de los textos más influyentes de Greenberg, Marshall McLuhan (1911-1980) publicaba en 1964 su libro Comprender los medios de comunicación. Las extensiones del ser humano. En él, McLuhan presenta su controversial y discutida premisa en la que afirma que el medio es el mensaje. Crítico literario canadiense, estudioso de los medios de comunicación en el comienzo de lo que él llama “la era tecnológica”, McLuhan busca comprobar que la importancia de las nuevas tecnologías no son el mensaje que ellas contienen, sino la forma que toman para comunicarlo. El medio en sí mismo como unidad separada del mensaje es de por sí lo que condiciona el efecto que tienen las tecnologías en los usuarios, y ya no su contenido. Aquí encontramos otra vez una percepción formalista en este autor frente a las características del medio que estudia. Para McLuhan, las tecnologías son extensiones de nuestro propio cuerpo y la nueva aparición de cualquier tecnología produce un entumecimiento y un desequilibrio en las percepciones sensoriales del humano. En el momento que se escribe este libro, el surgimiento de la televisión como nuevo medio estaba ingresando en casi todos los hogares de la sociedad. De esta forma, mientras que para Greenberg el principal sentido que se ve involucrado en la pintura es el visual; para McLuhan, la televisión se relaciona directamente con lo audio-táctil.

Cada uno de los autores, en el tiempo que les correspondía, se encargó de caracterizar y estudiar la historia posicionándose por fuera de ella. Mientras Greenberg estudia la historia a través del paso de las revoluciones estéticas, McLuhan revisa la historia a partir de la revolución de las transformaciones mediáticas. Para este último, uno de los principales medios que sin importar su contenido alteró la sensibilidad de la sociedad y el modo de desarrollarse en ella fue la imprenta. McLuhan argumenta que con la aparición de la imprenta se vieron afectadas las culturas caracterizadas por la transmisión y distribución oral de los conocimientos para ser reemplazadas por la unidad, continuidad y linealidad de la escritura en la nueva sociedad visual. Es en esta civilización visual donde parece desarrollarse la teoría del arte abstracto de Greenberg, donde, como mencionamos anteriormente, el único sentido de percepción involucrado es el visual.

La opticalidad

La pintura entra por los ojos. Esta será la base de lo que Greenberg considerará la “opticalidad”, donde lo visual se encuentra por sobre el resto de los sentidos. El sentido al que atañe cada arte tiene que ver en gran parte cómo este arte se relaciona con su medio. La música refiere directamente a los sonidos, la literatura al lenguaje. Pero Greenberg, al buscar despojarse de cualquier contenido o representación en el arte, también se libera de su posible confusión con la literatura, ya que esta es, a través de sus palabras, imitación y remite directamente a contenidos de la realidad. Aspira a que el arte pictórico llegue a parecerse a la música en el sentido de que aquella es el arte puro por naturaleza, la forma de expresión más alejada de la imitación, ya que no puede transmitirse otra cosa que no sea una sensación. Pero, en su caracterización de lo visual, Greenberg se encuentra con un cruce entre la pintura y la escultura, al ser ambas medios cuya principal característica es la capacidad de ser vistas y analizadas desde el mismo sentido. En Hacia un nuevo Laocoon, Greenberg afirma: “La pureza en las artes consiste en la aceptación voluntaria de las limitaciones del medio de cada forma artística específica” (p. 33). Al reducirse a su medio, el arte abstracto se define exclusivamente por la presencia y uso de un lienzo. Así, la presencia de luces, sombras, profundidad y tridimensionalidad era característica de los medios y materiales utilizados para la creación de obras escultóricas como el metal, la piedra, y el esfuerzo del artista por moldearlas. Aparte de lo visual, en las esculturas la tridimensionalidad aporta un carácter táctil a las obras gracias a su profundidad. De esta manera, se puede separar aún más de su confusión con la pintura.

La pintura abstracta, entonces, encuentra su característica como disciplina separada del resto en la particularidad de su medio: la planitud o flatness. La superficie plana del cuadro junto con la delimitación del espacio del marco y la pigmentación de los colores sin ser afectados por el sombreado característico de la escultura se convierten en las únicas cualidades que el arte pictórico no comparte con otro tipo de arte y lo convierten en una experiencia completamente visual. El contenido está en el medio, en la forma que toman los materiales a la hora de realizar una obra. Al reivindicar y rendirse ante sus capacidades físicas, la pintura dejó de intentar imitar la tridimensionalidad de la realidad en sus figuras y se centró en celebrar la planitud de las formas y las líneas y los trazos que un pincel puede dejar en el blanco de la superficie. El único contenido que podría ser encontrado debe estar en la sensación que producen los elementos físicos del medio. Esta sensación no debe remitir a ningún otro sentido que no sea el visual.

Lo audio-táctil

Como mencionamos anteriormente, McLuhan consideraba al alfabeto fonético y luego a la imprenta como los responsables del inicio de la civilización visual, que dieron como resultado a una sociedad lineal y uniforme que reemplaza a las sociedades en que primaba el oído. Esto se prolonga tanto que ataca hasta al lenguaje hablado: “La penetración de la uniformidad literaria en el lenguaje coloquial allanó el discurso culto hasta convertirlo en una muy correcta reproducción acústica de los uniformes y continuos efectos visuales de la tipografía” (McLuhan, 1964, p. 190). McLuhan delimita el tiempo del hombre moderno, de la era de la máquina hasta casi llegados los años sesenta, donde comienza, según él, la era tecnológica. La aparición de nuevos medios y nuevas tecnologías producía en nuestro cuerpo un entumecimiento o amputación de partes, dependiendo del sentido u órgano al que la nueva tecnología atañe. Esto sucedía debido a que los nuevos medios que iban surgiendo eran extensiones de nuestro propio cuerpo (la rueda de las piernas, el vestido de nuestra piel) y el humano debía autorreconocerse en aquellos objetos que extendían su percepción de los sentidos. Uno de los ejemplos más controversiales de McLuhan con respecto a las prolongaciones de nuestro cuerpo es el que refiere a la tecnología eléctrica como extensión de nuestro sistema nervioso, quien es también el encargado de entumecer al resto de los sentidos para poder soportar la extensión de otros órganos. Al encontrarse con un nuevo medio, el resto de órganos sensibles se desequilibraban alrededor de esta nueva extensión y debían reconfigurarse para poder relacionarse con él y entre sí. Según McLuhan, para poder hacer uso de estas tecnologías debíamos comprenderlas y aceptarlas como partes de nosotros, pero desplazadas como parte del entumecimiento. Con cada nueva aparición de la tecnología, el humano está constantemente intentando adaptarse a las nuevas percepciones del mundo y modos de pensar que esta conlleva. Las relaciones no son ya entre los humanos, sino entre sus sentidos y sus extensiones.

Pero ¿qué es lo que diferencia a la civilización visual de la era de la tecnología? Para McLuhan, lo que le da comienzo a la era de la electricidad es la aparición de la televisión. De primera impresión, uno creería que el sentido que más se encuentra afectado por este nuevo medio es el visual. Está plagado de imágenes, videos y anuncios que parecerían necesitar de nuestra atención y ojo para poder consumirlo. Pero esto no es necesariamente así. La uniformidad y la linealidad de las imágenes, de la fotografía (y de las obras de arte moderno, teniendo en cuenta a Greenberg), nada tienen que ver con las de la televisión. Las primeras son estáticas y fijas, relacionadas única y estrechamente con lo visual. Las segundas, en oposición, son imágenes en movimiento. Pero si pensamos en este tipo de imágenes nos remitimos rápidamente al cine. En ese caso, ¿el cine y la televisión tienen el mismo efecto en nuestra sensibilidad? Según McLuhan, claramente no. En su clasificación de medios fríos y medios calientes, siendo los calientes los que están bien abastecidos de datos y no requieren de nuestra parte para completarlos y los fríos los que no están necesariamente muy abastecidos y necesitan de nuestra participación, el cine es un medio caliente y la televisión un medio frío. La cantidad de información que un filme puede ofrecer es inmediatamente comprensible para el espectador, la imagen que transmite es detallada en alta definición, cosa que la televisión no puede permitirse. Si la imagen televisiva es tan distinta del resto de imágenes visuales que podemos reconocer, entonces debemos asignarle otro sentido que la perciba. Es acá donde aparece el concepto que McLuhan llamará “audio-táctil”. La primera parte, la de audio, es comprensible. Los sonidos que emite la televisión son posibles de escuchar desde cualquier espacio del hogar o donde se encuentre este medio, sin necesidad de verlo directamente. Ahora, ¿qué quiere decir McLuhan con táctil? Entendemos que, más allá del uso del control remoto para cambiar de canal, no hay nada que podamos percibir con el sentido del tacto en la imagen televisiva. Pues no es nada de eso a lo que se refiere McLuhan. La parte táctil de esta sensibilidad tiene relación con lo frío del medio televisivo. Al incluir millones de datos luminosos incompletos en su imagen, el sistema nervioso se ve afectado y busca comprender el constante ingreso de información de otra manera. Se pierde la linealidad y continuidad de la imagen visual, entonces se necesita de un conjunto y relación entre todos los sentidos para poder incorporar esta información. No es táctil en un sentido literal, sino que “[…] el tacto es más una interacción entre los sentidos que el resultado de un contacto aislado entre la piel y el objeto” (McLuhan, 1964, p. 320). Aquí se encuentra entonces la principal diferencia entre lo visual de Greenberg y lo audio-táctil de McLuhan: mientras que la civilización visual requiere de un solo sentido, la era de la electricidad involucra la participación y relación de varios.

Hasta este punto encontramos los puntos en común y diferencias entre cada autor y su respectiva teoría. Por más de que Greenberg no lo haya planteado tal cual, ambos coinciden en que el medio es el mensaje. Su perspectiva formalista se encuentra en su reivindicación de las propiedades físicas de los medios, siendo estas el contenido real del medio, y cómo los receptores (los humanos) reaccionan a estos. En Greenberg, la falta del carácter representacional en el contenido de la obra resulta en un efecto positivo ya que permite al espectador centrarse únicamente en su cualidad de abstracta y en la sensación producida a través de lo visual, que es lo único a lo que debe remitir la obra. En McLuhan, que las mismas propiedades del medio determinen el efecto que va a tener en los consumidores no deviene en su mayoría a un efecto positivo, en tanto el entumecimiento de nuestro sistema nervioso nos hace desconocernos por un momento de nuestros propios órganos sensibles para que se puedan adaptar a un nuevo medio. Con la aparición de cada nueva tecnología, la sociedad necesita volver a reconfigurar su percepción para poder comprender los efectos de esta.

Un punto de aclaración para McLuhan: para él, el comienzo del individualismo ocasionado por la creación de la rueda, el alfabeto fonético, la imprenta produce una ruptura entre el hombre tribal y el hombre moderno de la era mecánica. Con la “expansión de la conciencia” ocurrida gracias a la tecnología eléctrica, el hombre del siglo XX no es tan diferente al hombre tribal de siglos atrás al encontrarse con estas extensiones de nosotros mismos, y con nuevas sensaciones que estas producen. A su vez, la inmediatez y simultaneidad con la que la información se transmite remite a la cercanía y conexión entre los miembros de una aldea. Es así como la era eléctrica, al necesitar más intervención y participación (es decir, al ser un medio frío), “retribaliza” y produce lo que McLuhan denominará una Aldea Global. Una ruptura con la civilización moderna que produce un reencuentro con las sensaciones primarias asociadas al hombre primitivo gracias a una transmisión global de la información.

La resistencia

Greenberg ha dejado muy en claro en todos sus escritos a quiénes van dirigidos, cuál es su nicho de lectores y quiénes son, según él, los esperados receptores del arte de vanguardia. En “Vanguardia y kitsch”deja ver esta diferenciación para con el arte de masas. La vanguardia debía ser alejada del kitsch y rescatada de su carácter representacional que era apropiado por los líderes fascistas y era consumo de las clases populares. La cultura de masas no era arte, y había que elevar la vanguardia para que formase parte de la alta cultura, que sus consumidores y proveedores siguieran siendo la burguesía y así alejarlo de las manos de las masas.

Este texto fue escrito en los treinta como resistencia frente al ascenso de los regímenes totalitarios. Treinta años después, en la década de los sesenta y en el contexto de la Guerra Fría, comienza a surgir un nuevo tipo de arte de masas que choca contra el concepto de modernidad de Greenberg: el arte pop. Una de las críticas que la teoría de la abstracción pictórica de Greenberg recibía era el rechazo absoluto al carácter representacional. Frente a esto, el arte pop se encarga de expresar sus obras a partir del uso de elementos reconocibles por la mayoría de la población. De esta forma también busca llegar a otro tipo de receptores más cercanos a las masas populares y alejarse de la exclusividad de la alta cultura y el arte modernos.

Otra de las críticas recurrentes hacia la teoría de Greenberg era su asignación del sentido óptico-visual exclusivamente al arte pictórico. No tuvo en consideración, como sí lo tuvo en su diferenciación con la escultura, la clasificación y especificación con respecto a otras artes que se perciben con la vista, como el teatro o la danza.

En el caso de McLuhan, algunas de las críticas frente a su teoría rondan alrededor de su “determinismo tecnológico”. Mencionado anteriormente, McLuhan reduce su construcción de la historia a los cambios de la tecnología. Si esto es así, el ser humano ya no tiene forma de intervenir en la historia y su transcurso depende exclusivamente de la aparición de nuevos medios. También, de esta forma, otro tipo de acontecimientos históricos que ocurran por fuera de la evolución de los medios quedan completamente desestimados con respecto a su efecto en el desarrollo de la historia.

Por otro lado, otro tipo de críticas hacia el autor giran en torno a su concepción de los medios como extensiones de los sentidos. Como vimos, la aparición de una nueva tecnología altera el equilibrio de los sentidos y el sistema nervioso necesitaría entumecer los órganos receptores para poder autorreconocerse en su propia extensión. Cuando el nuevo medio atañe a un solo sentido y precisa únicamente de su participación, como la vista, este sentido se intensifica y el resto, como el oído, atraviesan un debilitamiento para que el sentido en uso pueda extenderse. Jonathan Miller en su libro titulado McLuhan (1971),dedicado a la crítica de la teoría de este autor, explica sus reservas frente a esta teoría. Explica que, por un lado, McLuhan utiliza metáforas para intentar explicar fenómenos físicos sin ningún tipo de base que defina que esto es así. Entonces, en vez de decir que un medio “extiende” o “intensifica”, se podría decir que un medio requiere la atención de un sentido en específico. Por otra parte, no hay ninguna prueba comprobable de que al estar en mayor alerta un sentido en específico, el resto de ellos debiliten su funcionamiento. Es más, en varias ocasiones al día el ser humano está expuesto a situaciones que requieren de un solo sentido sin que esto afecte el resto de sentidos para su funcionamiento futuro, ni la extensión o contracción de ninguno. Los sentidos, entonces, no poseen propiedades físicas, no son “cosas”, que puedan extenderse. Además, su reiterado y criticado uso de metáforas hace de la comprensión de sus textos una tarea difícil para el lector.

Por último, las consideraciones del autor sobre la idea de aldea global generan un concepto un tanto vago al tener en cuenta algo que McLuhan no tuvo: hay preconcepciones que preceden a la aparición de la televisión y de otras tecnologías eléctricas que determinan e influyen en esta “aldea”, como el sistema de clases y la propiedad privada. Si se toman en cuenta estas características, la idea de una retribalización se pierde en un contexto de sociedades a causa de la extensión de los medios.

Conclusiones

En un siglo atravesado por guerras, crisis y el surgimiento de nuevas tecnologías, podemos pensar la organización de la historia y la construcción de nuestra sociedad actual teniendo en cuenta otros factores: nuestra recepción a los nuevos cambios y la percepción de nuestros sentidos hacia esos cambios. Teniendo en cuenta los efectos en los sentidos, la sensibilidad del hombre se vuelve en una cuestión a tener en cuenta para la formulación de teorías. Tanto Greenberg como McLuhan dedicaron la construcción de sus teorías a partir del sentido que creían pertinente en el tiempo que habitaron. La opticalidad que Greenberg remarcó en su concepción del arte pictórico fue vital para el reencuentro con la modernidad y su intento de salvarla del arte de la cultura de masas a la que él tanto temía. Fue esta concepción la que le dio el pie a McLuhan para ubicarse temporalmente fuera de la modernidad y considerar otros aspectos de nuestra sensibilidad que pudieran redefinir los efectos de los nuevos medios en las nuevas formas de relacionarse de los humanos. Su idea de lo “audio-táctil” fue tan innovadora como problemática gracias a sus inconsistencias teóricas y físicas. Al encontrarse con el nuevo e irruptor medio que fue la televisión en su momento, faltaban ideas para poder describir lo que su aparición causó al introducirse en los hogares de todas las familias de Estados Unidos.

La idea de “el medio es el mensaje” fue una idea casi futurista, premonitoria de lo que sucedería hoy en día con las tecnologías actuales. Aplicable para ambos autores, esta famosa frase de McLuhan ayuda a entender cómo tanto él como Greenberg entendían la función de los medios y sus efectos, y la realidad de que lo importante ya no es el contenido para comprender el ingreso de un medio a la sociedad, sino las propiedades físicas de este en su encuentro con la sensibilidad humana.

Por más controversial que sea, las ideas principales del concepto de “aldea global” hoy siguen teniendo relevancia como producto de la globalización. La información se transmite en cuestión de segundos de una punta del mundo a la otra de forma vertical desde los países con más control por sobre los medios de comunicación hacia los que tienen más dificultades de acceder a los medios. La información es una, y es la que llega a todos sin que haya posibilidad de cuestionarla.

Hoy en día los escritos de ambos autores son cuestionados y discutidos por otros autores, pero no se podrá negar que fueron necesarios para la construcción de una visión de la historia y de una crítica hacia ella, frente al arte, frente a los medios y a las nuevas tecnologías. Hoy comprendemos que el medio sigue siendo el mensaje y entendemos eso en mayor o menor medida gracias a los aportes de Greenberg y McLuhan.

Bibliografía

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Greenberg, C. [1939] (2002). Vanguardia y kitsch. Arte y cultura, 15-33.

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—— [1960] (2006). La pintura moderna y otros ensayos (Vol. 13). Siruela.

Harman, Graham (2014). «Materialism is Not the Solution. On Matter, Form, and Mimesis». The Nordic Journal of Aesthetics, 24(47), 94-110.

McLuhan, M. [1964] (2009). Comprender los medios de comunicación: las extensiones del ser humano. Barcelona: Grupo Planeta. Miller, J. (1971). Marshall McLuhan. Nueva York: Viking Press.

[I] Malena Torres: Estudiante de la Licenciatura en Comunicación Social (UNQ)