“Hay un mundo allá afuera”. Con este título, el historiador Gabriel Di Meglio abogaba, en 2016, por considerar a la divulgación como la tercera rama disciplinar de la historia, junto a la investigación y la docencia. Jugando un poco con el título, podemos decir que “hay una historia allá afuera” para hacer referencia a las marcas de la historia en el espacio público, más allá de los ámbitos académicos de revistas, congresos y jornadas. En la actualidad, la divulgación, que muchos historiadores venimos realizando desde la década del 2000, tiene un espacio reconocido. Pero no sucede lo mismo con el estudio de las señales históricas que distintos actores realizaron en ámbitos públicos como, por ejemplo, la elección de determinados nombres para calles, plazas, centros culturales o el establecimiento de estatuas o monumentos. A fines del siglo XIX, el escritor Ricardo Rojas se refería a la “pedagogía de las estatuas” para referirse, precisamente, al repertorio de recursos simbólicos que realizaban los gobiernos en espacios públicos con el objetivo de crear una memoria colectiva. Estas señales reflejan los distintos relatos del pasado que se quieren imponer, a veces, borrando o reemplazando visiones anteriores. Un ejemplo muy reciente de estas operaciones fue el reemplazo del nombre del “Centro Cultural Kirchner”, ubicado en la ciudad de Buenos Aires a poca distancia de la Casa Rosada, por el de “Palacio Libertad” con la intención de “borrar” de la memoria pública a quien fuera presidente de la Argentina entre 2003-2007[1].
Los trabajos presentados en este dossier responden a estas inquietudes y fueron realizados en el marco de la asignatura Problemas de Historiografía Argentina, de la Licenciatura en Historia, de la Universidad Nacional de Quilmes, durante el año 2022. Las cuatro investigaciones que integran el dossier se preguntaron sobre el contexto político en el cual se construyeron monumentos y adjudicaron nombres de calles.
En el trabajo de Emiliano Erlach se analiza del emplazamiento del monumento a El Cid Campeador en el barrio porteño de Caballito en el año 1935. El autor se pregunta por los motivos de la trascendencia de esta figura clave de la hispanidad en nuestro país relacionando el hecho con los vínculos políticos existentes entre Argentina y España y el rol que jugaron los historiadores profesionales en esta operación.
Facundo Faraldo nos relata las discusiones realizadas en el concejo deliberante de Berazategui cuando, en diciembre del año 2010, se decidió renombrar un tramo de la avenida Mitre con el de Avenida Presidente Dr. Néstor Kirchner.
Ada Schiavoni se detiene en algunos de los monumentos que existen en la plaza San Martín de la localidad de Quilmes. La autora elige como foco de atención dos de ellos: el de San Martín y el dedicado a las Madres de Plaza de Mayo. Esa elección radica en mostrar dos momentos históricos diferentes que reflejan, a su vez, relatos del pasado que coinciden con los contextos sociales y políticos del país.
Oscar Carlos Almirón, a partir del hecho puntual de la imposición del nombre de María Irene Gavaldá a la calle 303 de la localidad de Berazategui, realiza una exhaustiva reconstrucción de su vida. Militante del Partido Comunista Marxista Leninista, María Irene fue secuestrada en Córdoba en el marco del “Operativo Escoba” en diciembre de 1977.
Creemos que estos trabajos pueden servir para incentivar una mirada más atenta que nos permita encontrar esas señales que, desde distintas instituciones –gobiernos nacional, provincial, municipal y organizaciones no gubernamentales–, buscan dotar de historicidad a nuestro entorno.
Referencias bibliográficas
Di Meglio, G. (2016). “Hay un mundo allá afuera. Reflexiones sobre algunas ausencias en la formación profesional de historiadores”, Investigaciones y Ensayos, 63, pp. 55-66.
[1] Este caso tuvo la particularidad de que se anunció primero la eliminación del nombre sin que se tuviera aún otro que lo reemplazara. Luego de algunos días se conoció el que será el nuevo nombre del centro cultural.