Mi abuela tiene un pañuelito que mucho tiempo cuidó, y a veces cuando está cansada, me pide sonriendo que lo cuide yo…
Canticuénticos
Durante el transcurso del año 2023, el emblemático pabellón central de nuestra amada Universidad Nacional de Quilmes (UNQ) fue rebautizado con el evocador nombre de “Espacio Madres y Abuelas de Plaza de Mayo” e inaugurado con la colocación final de las históricas baldosas de pañuelo blanco provenientes de Plaza de Mayo.
La inauguración de dicho espacio fue muy emotiva por haberse realizado en el marco del I Congreso de Historia Pública y Divulgación y contar, especialmente, con la presencia de nuestras Abuelas, quienes con sus palabras nos conmovieron como nunca. Durante este evento, se llevó a cabo la exhibición “El mundo en un pañuelo”, organizada por quienes integramos el proyecto “Objetos y narrativas para una historia pública de la democracia”, el cual forma parte del programa de extensión universitaria Comunicación, Participación y Ciudadanía.
Siguiendo a Thomas Cauvin (2018), podemos decir que la historia pública se nutre de múltiples fuentes y tradiciones, que coinciden en la necesidad de fomentar la participación activa del público en la comunicación y construcción del conocimiento histórico, así como la vinculación de problemáticas históricas con asuntos del presente. En este sentido, la historia pública se conecta con otras corrientes vinculadas con la museología o la gestión de archivos, que aspiran a trascender la concepción tradicional de estas instituciones, que concebían a un público pasivo como mero receptor de información. Tomando inspiración de estas propuestas, la muestra buscó promover la reflexión sobre la significación de un elemento concreto, los pañuelos pintados en las baldosas de Plaza de Mayo, conectando el pasado con el presente y abriendo el debate sobre la importancia del espacio público como territorio de disputa.
La exposición “El mundo en un pañuelo” presenta tres paneles llenos de información, que incluyen imágenes históricas, frases evocadoras, canciones y enlaces a entrevistas y mapas. Cada elemento ha sido cuidadosamente seleccionado para transmitir el profundo simbolismo político del pañuelo blanco, conectándonos con la esencia y la historia de militancia y lucha de las Madres y Abuelas. En esta línea, el propósito principal de la muestra es estimular la reflexión sobre el pañuelo blanco como un artefacto performativo, transmitido de generación en generación. El pañuelo en sí constituye lo que se conoce, en palabras de Pomian Krzysztof (1978), como un semióforo: un objeto material que porta un significado. Como tal, supone algo visible que conecta con un aspecto “invisible”, actuando como símbolo de la lucha por la Memoria, la Verdad y la Justicia.
El primer panel de la muestra, teñido de los colores blanco y negro, nos transporta al momento inicial. Fue el sábado 30 de abril de 1977 cuando Azucena Villaflor de De Vincenti extendió una invitación a otras madres para dejar de lado la búsqueda individual y unirse en un reclamo colectivo en Plaza de Mayo. Sin embargo, su determinación se vio enfrentada a la represión del estado de sitio, que prohibía las reuniones de dos o más personas en espacios públicos. A pesar de la adversidad, estas mujeres resolvieron perseverar y comenzaron a congregarse cada jueves a las 15.00. Por su parte, los pañuelos como símbolos, nacen durante la peregrinación del 1° de octubre de 1977 a la Basílica de Luján, la única actividad multitudinaria permitida por el régimen. Para distinguirse entre la multitud, acordaron llevar en la cabeza el pañal de sus hijos. En este contexto, a pesar de las persecuciones y del secuestro y desaparición de algunas de sus líderes por parte de la Armada en diciembre de 1977 y tras ser infiltradas, las Madres persistieron en consolidar su presencia y su lucha.
En el segundo panel, vemos cómo lo que una vez fue un simple pañal protector y demandante de la vida ha evolucionado con el tiempo para convertirse en un emblema pintado en las baldosas de Plaza de Mayo.
La Pirámide de Mayo y su entorno adquirieron el estatus de “sitio histórico” en marzo de 2005, gracias a la Ley 1.653 sancionada por la legislatura porteña. Esta medida legislativa reconoció el área circundante a la pirámide como un espacio de importancia histórica, especialmente por los pañuelos que identifican a las Madres de Plaza de Mayo, conforme a lo establecido en el artículo 4°, inciso a), de la Ley N° 1.227.
Durante el año 2017, bajo el gobierno de Cambiemos, se registró un clima de hostilidad oficial hacia las luchas por Memoria, Verdad y Justicia, que ya se venía intensificando desde diciembre de 2015. Numerosos funcionarios del gobierno ningunearon a los organismos relacionados con estas causas. En mayo de 2017, en respuesta a la controvertida decisión de la Corte Suprema de aplicar el beneficio del 2×1[1] a los condenados por delitos de lesa humanidad, se produjo una movilización masiva. Este acto de repudio convocó a alrededor de medio millón de personas, quienes alzaron sus pañuelos en un gesto de protesta.
La “puesta en valor” de la Plaza de Mayo desatada por el gobierno de la ciudad de Buenos Aires en noviembre de 2017, bajo la apariencia de una refacción o renovación, tuvo un significado simbólico profundo. Esta iniciativa incluía la intervención en la zona de la pirámide y la remoción de las baldosas que habían sido testigos de las marchas de las Madres durante 40 años. Esta decisión da cuenta de algo observado por el antropólogo Llorenç Prats (1997): el patrimonio y su preservación constituyen procesos sociales en los que intervienen numerosos actores con intereses –y visiones del pasado– disímiles. La Plaza de Mayo se inscribe en lo que Pierre Nora (1984) denomina lugares de memoria: sitios investidos con un aura simbólica que son fruto de la atribución de significados. Tratarlos como tales implica una decisión por fijar recuerdos y transmitir sentidos acerca del pasado, ya que estos “no viven sino por su aptitud para la metamorfosis, en el incesante resurgimiento de sus significaciones y la arborescencia imprevisible de sus ramificaciones”.
Los lugares o territorios de memoria, como los denomina Da Silva Catela (2014), materializan de forma visible la lucha por la significación por parte de actores con distintos poderes de decisión.La acción extractiva del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires fue respondida en este caso por una acción de preservación por parte de la sociedad civil.La falta de comunicación previa por parte del gobierno hacia las Madres generó sorpresa y malestar. Este hecho desencadenó una campaña pública liderada por Hebe de Bonafini, denunciando el intento de borrar la historia del país. Tras intensas negociaciones, el gobierno porteño se comprometió a permitir que los organismos pintaran pañuelos en las nuevas baldosas y conservaran las originales. A partir de aquel “acuerdo”, hubo un cuidadoso trabajo de extracción para retirar las piezas enteras sin dañar el material ni la pintura y cada uno de los pañuelos fue colocado sobre un soporte de madera de 1,20 por 1,80 y cubierta para hacer posible su traslado.
La decisión de la Asociación Madres de Plaza de Mayo fue la de distribuir las baldosas con los pañuelos. En un primer paso, estas baldosas fueron destinadas a formar parte de una exposición fotográfica en el Salón de los Pañuelos Blancos, ubicado en el predio de la ex-ESMA. Posteriormente, las Madres acordaron la entrega de estas baldosas a diversas instituciones, una medida que multiplicó las plazas de memoria y resistencia. Así fue como en marzo de 2018, llegaron las baldosas a nuestra universidad.
Es interesante dimensionar la importancia de un símbolo, como las baldosas con los pañuelos pintados, que, instalado en una universidad nacional del conurbano bonaerense, está abierto a nuevos interrogantes, otras reflexiones respecto de nuestra historia reciente, permeable a la transversalidad de edades y de cosmovisiones del estudiantado, docentes y toda persona que pase por el edificio de la UNQ. Como afirma Pilar Calveiro (2006), es necesario comprender el pasado y el presente desde su propio sentido, para reconocer aquellas reconfiguraciones, mutaciones, quiebres y continuidades en el tiempo actual, para advertir desde una mirada crítica y proactiva estrategias de construcción ciudadana, ya que los peligros del pasado pueden hacerse presente como semejanza pero también como diferencia (p. 381).
En el tercer y último panel de la exposición se destaca cómo los pañuelos han llegado a simbolizar el idioma universal de los derechos humanos, además de diversos otros derechos, adquiriendo nuevos significados y adaptándose a diferentes contextos que reflejan variadas luchas. En el contexto político actual, marcado por la fuerte presencia de movimientos de mujeres, feministas y de disidencia sexual, los pañuelos se han multiplicado y sus significados se han variado. Estos pañuelos, que se llevan en diversos lugares, como carteras, mochilas o muñecas, transitan fluidamente entre diferentes reivindicaciones, tiñéndose de diversos colores (verde, naranja, violeta) y albergando en su interior distintas inscripciones y expresiones de deseo. Aunque mantienen su efectividad performativa vinculada al activismo de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, sus significados siguen proliferando y transformándose según las nuevas luchas, creando un espacio de intersección de múltiples temporalidades y textualidades que abren debates de largo alcance sobre el derecho a la vida y los significados atribuidos a la maternidad, el parentesco y los roles sexo-genéricos. Así, el pañuelo se convierte en un significante flotante que, aunque fija parcialmente su significado, sigue siendo disputado, fluctuante y polisémico. Su intertextualidad impide una fijación definitiva de sentido, y como artefacto que circula de mano en mano lleva consigo las marcas de sus usos pasados, continuando su circulación apasionada e investido con ímpetus de lucha que pueden ser diferentes e incluso contradictorios (Barro y Quintana, 2020).
Montserrat Iniesta (2009) enfatiza sobre la necesidad de incorporar el patrimonio a la noción de ciudadanía, planteando los lugares de memoria como ágoras en donde se reactualiza la significación del pasado conectándose con las interpretaciones del público en torno al presente, en una propuesta que necesariamente debe abrirse al diálogo y a la reflexión. Con base en esta instigación, se propuso que los paneles que componen “El mundo en un pañuelo” se conviertan en una muestra itinerante que se vea acompañada por propuestas de participación que activen dicha articulación. En este sentido, el 7 de marzo los paneles fueron presentados en el Museo Municipal de Artes Visuales Víctor Roverano de la ciudad de Quilmes. Se incluyó una selección de imágenes, documentos de época y canciones censuradas con una dinámica participativa que instó a elaborar colectivamente relaciones entre el pasado y el presente y alimentar la memoria activa.
Por otra parte la muestra también fue requerida por Conicet Patagonia Norte desde la provincia de Río Negro, como una manera de articular las experiencias y producciones académicas de distintos puntos del país, en forma colaborativa y federal, cuyo puntapié inicial fue el pañuelo blanco de Madres como símbolo de lucha activa, recorriendo un largo camino hacia el logro de parámetros aceptables de justicia. Como menciona Yerushalmi, (1989): “¿Es posible que el antónimo de ‘el olvido’no sea ‘la memoria’ sino la justicia?” (citado en Jelin 2002, p.137).
En resumen, la experiencia relatada hasta aquí supuso la puesta en práctica de los principios de la historia pública en un contexto de avance de discursos negacionistas. Si bien, como señala Pierre Nora, la historia y la memoria son entidades diferenciadas, esta actividad ha servido como ejemplo de la importancia del involucramiento de las universidades y otras instancias ligadas a la historia académica articuladas con el ejercicio de la preservación del patrimonio, la comunicación a un público amplio y la disputa por la memoria.
Referencias bibliográficas
Abuelas de Plaza de Mayo (2007). La historia de Abuelas. 30 años de búsqueda. Buenos Aires: APM.
Barro, M., y Quintana, M. (2020). El pañuelo como artefacto político: consideraciones sobre sus desplazamientos y disputas por la calle Millcayac. Revista Digital de Ciencias Sociales, VII, 12, pp. 175-187. Universidad Nacional de Cuyo.
Calveiro, P. (2006). Los usos políticos de la memoria. En Sujetos sociales y nuevas formas de protesta en la historia reciente de América Latina. Buenos Aires. Clacso.
Cauvin, T. (2018). The Rise of Public History: An International Perspective. Historia Crítica, 6.
Centro de Información Judicial (3 de mayo 2017). Recuperado de https://www.cij.gov.ar/nota-25746-La-Corte-Suprema–por-mayor-a–declar–aplicable-el-c-mputo-del-2×1-para-la-prisi-n-en-un-caso-de-delitos-de-lesa-humanidad.html
Da Silva Catela, L. (2014). No habrá flores en la tumba del pasado. La experiencia de reconstrucción del mundo de los familiares de desaparecidos (4ª ed.). La Plata: Al Margen.
Iniesta, M. (2009). Patrimonio, ágora, ciudadanía. Lugares para negociar memorias productivas. En R. Vinyes (ed.), El Estado y la memoria. Gobiernos y ciudadanos frente a los traumas de la historia. Buenos Aires: Del Nuevo Extremo.
Jelin, E. (2002). Los trabajos de la memoria. Madrid: Siglo XXI de España Editores.
Nora, P. (1984). Entre Memoria e Historia: La problemática de los lugares. En Pierre, N. (dir.), Les Lieux de Mémoire; tomo 1, La République. París: Gallimard.
Prats, L. (1997). El patrimonio como construcción social. En Antropología y patrimonio. Barcelona: Ariel. Pomian, K. (1978). Entre lo invisible y lo visible: la colección. En Collectionneurs, amateurs et curieux. París: Gallimard.
[1] Se refiere a un fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, con decisión en mayoría de los ministros Elena Higton de Nolasco, Horacio Rosatti y Carlos Rosenkratz, que declaró aplicable la Ley 24.390 (conocida como 2×1 vigente desde los años 1994 hasta el 2001, hoy derogada), cuya indicación contemplaba que pasados los primeros dos años de prisión preventiva sin condena, se debían computar dobles los días de detención. Los fundamentos de la Corte Suprema fueron la aplicación de la ley más benigna. En disidencia votaron los ministros Ricardo Lorenzetti y Juan Carlos Maqueda, quienes señalaron que esa reducción no debía aplicarse a delitos de lesa humanidad. La sentencia había sido dictada en el caso de Luis Muiña (Expte. Bignone, “Benito A. y otro s/recurso extraordinario”) Fuente CIJ (Centro de Información Judicial).