Víctimas del terrorismo de Estado en Berazategui: ¿homenajes tempranos o tardíos?

Por: Oscar Carlos Almirón

Introducción

El 6 de diciembre de 2021, se realizó la imposición del nombre de María Irene Gavaldá a la calle 303, en la localidad de Ranelagh, perteneciente al partido de Berazategui. Estuvieron presentes sus hijes, hermanes, sobrines, autoridades del Colegio Nuestra Señora, el centro de estudiantes de dicha institución, la Comisión por la Verdad, Memoria y Justicia de Berazategui, concejales, consejeros escolares y el intendente Juan José Mussi. Se leyeron adhesiones del Espacio de la Memoria La Perla (Córdoba), Agrupación H.I.J.O.S. de Córdoba, entre otras. Este trabajo indagará sobre las causas de dicho homenaje y el porqué del momento para realizarlo. En el primer interrogante buscaremos saber quién era María Irene, por qué se hacen presentes las instituciones nombradas, incluido el intendente, y en el segundo analizaremos el momento político y social en que se hizo.

Fuente: autoría propia

El estudio del pasado reciente ha estado en discusión desde la recuperación de la democracia, pero con el tiempo un nuevo elemento abrió las puertas para poder hacerlo: la memoria (Águila, 2012). Esta trajo consigo debates dentro del ámbito académico, a la cual se sumó un nuevo tipo de fuente, los testimonios orales. Aún existen resistencias a la incorporación de las fuentes orales, por eso seremos cuidadosos en su utilización, comparando dichos testimonios con las declaraciones en los juicios a las juntas.

Anteriormente a la actividad nombrada, en diciembre de 2017, el Encuentro por la Memoria, Verdad y Justicia de Berazategui junto a otras organizaciones y familiares de María Irene colocaron una baldosa en su memoria en la esquina de las calles 303 y 364, en Ranelagh. La fecha no fue caprichosa; ese 5 de diciembre se cumplían 40 años de la detención ilegal, desaparición y asesinato de María Irene y su compañero de vida Juan Jacobo Mogilner en la provincia de Córdoba.

Fuente: autoría propia

Unos días antes de dicho homenaje, los organizadores de la actividad se apersonaron al Instituto Nuestra Señora de Ranelagh e invitaron a la comunidad educativa para formar parte de la actividad, debido a que María Irene había sido alumna de la institución. A ello se sumó que su madre, Olga Gordo de Gavaldá, se había desempeñado como directora del nivel primario, sin cobrar honorarios, para poner en marcha un proyecto educativo a largo plazo. La persona que recibió la invitación no comunicó la novedad a ningún directivo ni a la representación legal, y, por lo tanto, el colegio no participó.

A los pocos meses de ocurrido lo detallado, ya con el ciclo lectivo 2018 en marcha, la profesora Pamela Ibarra realizó una charla sobre los alcances de la dictadura militar en el distrito en uno de sus cursos e invitó a la gente del “Encuentro”, quienes nos comentaron sobre lo acontecido en diciembre de 2017. Nos sorprendimos y, luego de brindar las disculpas correspondientes, comenzó a rondar la necesidad de reparar esa situación, no solo por la omisión misma, sino porque creíamos y creemos que la memoria es un proyecto colectivo necesario para visibilizar los ideales de esas personas que perdieron su vida por querer llevarlos a cabo.

Luego de despedir a los visitantes, me crucé (trabajo en la institución) con el profesor Sebastián Molinas, con quien habíamos pensado en la realización de dos murales: el primero en homenaje a nuestros Héroes de Malvinas y el segundo para reflejar las consecuencias que la dictadura había dejado en nuestra sociedad. Al contarle lo sucedido, surgió la idea de que el mural sobre derechos humanos debería estar centrado en la vida de María Irene y para ello creamos un grupo de trabajo junto a Sebastián y Pamela.

El “Encuentro” nos comunicó con una de las hermanas, María Beatriz, y en una semana pudimos juntarnos en su casa de Ranelagh, donde comenzamos con esta investigación. También entrevistamos a Silvio Viotti, última persona que vio con vida a María Irene en el centro clandestino de detención y exterminio La Perla. Ello ocurrió en noviembre de 2018 y esa tarde estuvimos hablando de su familia, de la quinta que compartieron con la pareja Gavaldá-Mogilner, el PCML (Partido Comunista Marxista Leninista), La Perla, el juicio.

María Irene militaba en ese partido, el PCML, que tuvo su génesis en 1968 a partir de la separación de un grupo de jóvenes militantes y dirigentes por parte del Partido Comunista (PC) en La Plata (Celentano, 2005). Estos, en 1963, tomaron la decisión de expulsar de sus filas a un grupo de militantes de la Federación Juvenil Comunista, quienes deseaban debatir sin ningún tipo de excusas la polémica chino-soviética y la repercusión de la Revolución cubana en nuestro país. En cuanto a la discusión sobre las repercusiones de la revolución cubana en nuestro territorio, el PCML puso el acento en la acción política, mientras que los cubanos se concentraban en una solución militar para los problemas de América Latina. Ellos priorizaron la creación de un partido político como herramienta fundamental para lograr la independencia política de la clase trabajadora, ya que entendían que la tradicional clase política y gremial argentina había traicionado a sus trabajadores.

María Irene

Hace aproximadamente 60 años, una familia afincada en el barrio de Caballito inició un cambio de aires buscando un nuevo destino para su hogar. En 1958, el matrimonio formado por Olga Noemí Gordo de Gavaldá, docente, y don José Manuel Gavaldá, abogado que trabajaba en el Poder Judicial de la Nación, se mudó a Ranelagh junto a sus primeros hijos: Irene, Pablo y Beatriz. Ese primer domicilio fue una casa alquilada, al igual que la segunda. El lugar definitivo de residencia de la familia se ubicó en la casa de la esquina de las calles 303 y 364. Esta propiedad la compraron gracias al premio de un sorteo que recibió don José Manuel, que consistió en un automóvil cero kilómetro. Dicho premio lo cambió por efectivo y utilizó ese dinero para pagar el anticipo de la casa. Con el tiempo fueron siete les niñes en ese hogar: luego de María Irene, nacieron Pablo, María Beatriz y María José, y en los años sesenta llegaron Gabriel, Javier y Manuel.

María Irene nació en la Capital Federal, el 30 de agosto de 1950.[1] Su primer contacto con los establecimientos educativos locales fue en la Escuela Primaria Nº 6. Pero, al poco tiempo, continuó sus estudios primarios en el Instituto Nuestra Señora en el año 1959. Sus estudios secundarios los comenzó en el Colegio Privado de Ranelagh y los terminó en otra institución de una localidad vecina, el Quilmes High School. Es allí donde Irene conoció a quien fue su gran amiga, Marcela Bordenave. El hogar platense de Marcela comenzó a ser también parte de ella. Las mujeres de la familia cursaron sus estudios secundarios en el ya nombrado Quilmes High School, y los varones lo hicieron en el St. Alban’s College de Lomas de Zamora, dos colegios bilingües de zona sur.

Los dieciocho años sorprendieron a Irene con la responsabilidad de terminar sus estudios secundarios y con la misión de elegir una carrera universitaria. En esos años, las altas casas de estudios quedaban lejos de Ranelagh y eran la Universidad de Buenos Aires y la Universidad Nacional de La Plata. En esas horas de estudio Irene conoció a quien eligió para compartir su vida: Guillermo Antonio Lara Pérez. Y ese amor adolescente trajo buenas nuevas para las familias de ambos: Irene iba a ser mamá, Verónica ya comenzaba a juguetear en su vientre. Al año siguiente del nacimiento de su hija recibieron otra grata noticia, un varón agrandaría la familia, Germán Gabriel.Una vez que les chiques comenzaron a crecer, Irene tomó la decisión de anotarse en la facultad para seguir Sociología, la misma carrera que Guillermo. Ya compartían una familia, dos hijos y una carrera, pero no solo los unió la pasión por la vida universitaria: los dos comenzaron su militancia política en el PCML. Los estudios y la política sellaron la relación sentimental de Irene y Guillermo.

Este nuevo partido tenía como objetivo la actividad sociopolítica, buscando atraer nuevos militantes a través de la convocatoria a frentes fabriles y estudiantiles de escasa repercusión pública. Se cree que en 1975 tenían una cantidad estimada de 400 militantes; el PCML había logrado tener regionales en las provincias de Buenos Aires (La Plata, Berisso, Ensenada, Mar del Plata, Buenos Aires), Santa Fe (Rosario), Córdoba, Entre Ríos (Paraná), Misiones (Oberá, Posadas) y Chaco (Roque Sáenz Peña). En ese año 1975, la conducción del partido dio un giro definitivo. El secuestro de Carlos Giglio y de Guillermo Mogilner, dos importantes cuadros del partido, fue el hecho político que los convenció para tomar la vía armada como una alternativa real dentro del partido. Este tenía como finalidad secuestros extorsivos para autofinanciarse, y algún que otro atentado reivindicativo con bombas panfletarias.

La Docta

A mediados de los setenta, Irene se había separado de Guillermo Lara, y luego de un tiempo entabló una relación sentimental con otro compañero de militancia: Juan Jacobo Mogilner. Ellos eran dos cuadros políticos que prepararon a los nuevos militantes, porque el partido consideraba que poseían un alto grado intelectual. Pero la coyuntura los obligó a pensar primero y aceptar después el traslado de su hogar hacia algún lugar del interior del país.

El nuevo destino de la familia fue la capital cordobesa, más precisamente el barrio Colón. Su estadía en la ciudad mediterránea no impidió que realizaran algunos viajes a Buenos Aires para que Guillermo Lara estuviera con sus hijes, y a la vez, para que Juan pudiera compartir unas horas con sus hijes del primer matrimonio.

Si bien Irene y Juan vivieron en el centro cordobés, también realizaron trabajos sociales en la localidad de Oncativo, donde conocieron a la familia Viotti y con quienes coincidieron en lo ideológico y en la militancia. Juan trabajó de minero en las sierras cordobesas, eligiendo las piedras lajas para comercializarlas, haciendo explosiones controladas para tal fin. Inclusive logró tener un pequeño local en donde vendía esas piedras que traía de las sierras (Correa, Di Mario y Luque, 2017). Irene, por su parte, de día atendía la parte social y en su hogar era ama de casa. De noche debía hacer una misión encargada por su partido: entre las dos o tres de la mañana grababa la parte en español de “Radio Tirana” y “Radio Pekín”; luego pasaba lo trasmitido a máquina y finalmente utilizaba un mimeógrafo para hacer las copias correspondientes con el fin de difundir el trabajo.

El PCML había llegado a Córdoba en forma orgánica en 1972, con Guillermo Ernesto Mogilner, “el pato rubio” (hermano de Juan), quien venía de La Plata, incorporándose luego Rita Ales de Espinoza (que había trabajado en una delegación del INTA local) y Francisco “el rulo” Vijande. Después se sumó el ingeniero Julio Mombelli (quien ya militaba en el PCML en Bahía Blanca), quien agregó a los también ingenieros Edgardo Hijano y Carlos Cangiano[2].

El PCML compró una quinta de frutales en Guiñazú, en las afueras de la capital cordobesa y ordenó que figuraran como compradores Silvio Viotti (padre) y la pareja Gavaldá Mogilner. Pero, al mes y medio del golpe de Estado de 1976, Guillermo Lara fue asesinado en Buenos Aires y el partido decidió alejar a María Irene de cualquier situación visible, a pesar de estar separada de él. También les llegó la noticia sobre la desaparición de la primera esposa de Juan. Por lo tanto, hicieron correr la versión de que el propietario era don Silvio Viotti. Una vez comprada la propiedad, la utilizaron para que militantes perseguidos del PCML pudieran vivir sin contratiempos. La quinta de Guiñazú, perteneciente a Villa Gran Parque Liceo, en las afueras de la capital provincial, sobre la ruta 9, camino a Jesús María, pasó a ser la sede operativa del partido en la provincia de Córdoba.

Irene y Juan vivían y trabajaban en la quinta realizando una vida familiar normal, productiva y económica. Junto a ellos vivían las hijas mellizas de la pareja, María Cecilia y Mariana, nacidas el 19 de febrero de 1976, y dos hijos del matrimonio anterior de Irene, Germán y Verónica. Para todo el mundo eran “los Lara” porque ese era el apellido de los chicos que concurrían a la escuela local. Y a Juan, debido al contexto político-social existente, lo que menos le interesaba era que supieran su verdadero apellido.

En la segunda temporada en la quinta, Juan tuvo problemas internos dentro de la organización: él era el encargado del partido en Córdoba y tuvo discrepancias con Silvio Viotti (padre), su hija, Francisco Vijande y dos personas más. Ante ello la conducción nacional del PCML tomó la decisión de que Vijande pasara a ser el encargado de la regional en la ciudad mediterránea[3].

El partido, en un comienzo, no fue un objetivo militar para los servicios de inteligencia de las distintas fuerzas armadas. En un informe “estrictamente secreto y confidencial” del Grupo de Tareas 3 de la inteligencia militar, fechado el 01 de septiembre de 1977[4], se expresaba que entre sus vulnerabilidades estaban la

escasa cantidad de efectivos, en especial en lo que concierne a cuadros y combatientes, la falta de capacidad logística por cuanto se estima que hasta el momento no posee elaboración propia de armamento y los desarmes realizados en los últimos tiempos son mínimos o casi nulos, y en cuanto a personalidades se refiere, sus máximos representantes, los hermanos Ríos, han perdido considerablemente prestigio político y militar, en especial luego de la fuga del Coronel Pita.

Este fue interventor de la CGT y fue secuestrado para intercambiarlo por militantes detenidos, pero logró escapar de sus captores el 7 de diciembre de 1976, y a partir de allí el PCML pasó a ser un objetivo militar de la dictadura. La suerte estaba echada.

Ahora bien, si tenemos que hablar sobre la caída del partido en forma definitiva es imprescindible hablar del “Operativo Escoba”. Éste fue ejecutado entre el 5 y el 7 de diciembre de 1977 (incluso su forma operativa tuvo continuidad hasta el día 9). Sin embargo, el principio de dicha operación hay que buscarlo en la captura de miembros del partido en la ciudad de Mar del Plata, entre agosto y septiembre de 1977. Debido a ello la inteligencia naval (encargada de todo el operativo) llegó a los datos completos de unos militantes que jugaban al rugby en un club de La Plata (La Plata Rugby Club) y al lugar donde miembros del partido practicaban tiro, cerca de General Pirán sobre la ruta 2 a ochenta kilómetros de distancia con Mar del Plata. A raíz de las distintas detenciones, ubicaron un domicilio, Ortiz de Zárate 6260, en el barrio Peralta Ramos. Allí dieron, el 9 de septiembre, con un taller de autos, pantalla de una fábrica de armas. Todo terminó con la caída de más militantes.

A partir de lo hallado, la marina pidió la colaboración de miembros represores pertenecientes al Circuito Camps, que dependían del Ejército, y de esa manera llegaron a un miembro de la conducción del PCML, Oscar Alfredo González[5], quien fue secuestrado el 2 de noviembre de 1977. Gracias a los datos entregados[6] por González, llegaron a Oscar “el chino” Ríos, secretario general del partido a nivel nacional, quien escapó junto a su hermano aunque fue capturado unos días después. Según testimonios de excamaradas suyos, González[7] pasó a ser colaborador de los servicios de inteligencia[8], al igual que el “ratón” Oscar Laurenzano[9]; ambos eran miembros de la conducción nacional del partido. Inclusive se sabe por testimonio de Silvio Viotti que el tano González estuvo en la quinta de Guiñazú el 20 de noviembre de 1977, junto a personas desconocidas. Hay un testimonio que es muy importante para sostener lo dicho sobre la actuación de González, y es el de Estela de la Cuadra, del PCML, quien declaró que el 6 de diciembre del 77, comienza el Operativo Escoba al PCML, después de él cayó la dirección, desarticulan al PCML y en eso tiene que ver Oscar González. González estuvo en varios centros clandestinos de detención, Base Naval Mar del Plata, Atlético, Banco, Olimpo y se lo vio junto a las patotas represivas[10].

En el “Operativo Escoba” se capturaron más de 300 militantes del PCML en todo el país, dando lugar al secuestro, la desaparición o la muerte de la mayoría de los integrantes del partido; fueron pocos los sobrevivientes.

Si bien el 6 de diciembre de 1977 fue el día elegido para llevar adelante el operativo, el General Menéndez, jefe del 3er Cuerpo de Ejército[11], se adelantó un día porque corría el rumor de que en la quinta de los Viotti había una importante suma de dinero que el partido había recibido desde China. Y el tano González sabía que Juan iba a recibir un dinero para comprar la casa de Rincón de los Sauces donde debía esconder a Rita Ales, algo que finalmente concreta el rulo Vijande.

Según pudo reconstruirse a través de distintos testigos del hecho, el 5 de diciembre de 1977, cerca de las 19:30, Irene y Juan volvían de hacer compras en una camioneta blanca, y junto a ellos ingresó a la quinta una camioneta o camión del ejército de color azul grisáceo con la luneta tapada. Minutos antes, la pareja había hablado con don Luis Operto, vecino del lugar, y habían acordado juntarse a charlar a la noche, como lo hacían habitualmente. Don Luis se apersonó a la quinta a las 22:00, pero fue interceptado por los gendarmes, quienes lo palparon de armas y le dijeron que no volviera más por el lugar.

En momentos posteriores a la detención de Irene y Juan, Silvio Viotti (hijo) de 16 años ingresó a la quinta entre las 22:00 y 23:00 junto a su amigo Francisco Raúl Vijande, encargado de la regional en Córdoba. Ambos observaron movimientos extraños con personas desconocidas. Ninguno de los dos pensó que se trataba de un operativo militar. El rulo Vijande, ante la incertidumbre de que se estuviera dirimiendo alguna cuestión interna del PCML, le ordenó a Silvio que se quedara en el auto mientras él iba a ver qué pasaba[12]. Al bajarse de la “renoleta” y querer ingresar a la vivienda se encontró con militares y policías por todos lados. Silvio se bajó del auto con la intención de escapar, pero fue inútil; lo atraparon enseguida. Inmediatamente lo llevaron al interior de la vivienda y comenzaron las torturas. Algo similar ocurrió con su padre al día siguiente, deteniendo de esa forma a toda su familia. Por el testimonio de los testigos se sabe que los represores se movilizaron en tres automóviles, dos de los cuales eran Renault 12 blancos y el tercero un Peugeot 504 de color gris o claro[13].

María Verónica Lara[14], hija del primer matrimonio de Irene, en el juicio denominado “Megacausa La Perla” declaró que

[…] en diciembre de 1977, yo tenía ocho años de edad, y vivía junto a mi madre que tenía 27 años, el compañero de ella, Juan Mogilner de 33 años, mi hermano Germán Gabriel de 7 años y mis hermanas mellizas de 22 meses, hijas de Juan y mi madre, en una quinta ubicada en Villa Gran Parque Liceo, de la localidad de Guiñazú, que era de propiedad de Silvio Octavio Viotti. El 5 de diciembre de dicho año mi mamá y Juan salieron a hacer unas compras, y yo me quedo junto a mis hermanos en la casa, luego escuchamos el ruido de la camioneta pick up blanca de Juan y pude ver que los iba siguiendo una camioneta cubierta de un color azul gris y detrás iban unos jeeps verdes. Venían por la ruta que había entre las quintas, y estacionaron la camioneta en un costado de la casa y la camioneta azul se ubicó al costado de la casa, los hicieron descender rápidamente, había gente uniformada y de civil, eran muchos todos con armas grandes… seguidamente, nos dijeron ¡cuerpo a tierra! por lo que mi madre nos indicó que nos tiraramos al piso al costado de la casa…en un momento me apuntaron en la cabeza y me preguntaban si había más gente en la vivienda por lo que les dijimos que estaban las mellizas Mariana y Cecilia, que eran bebés.

Luego, me llevaron junto a mi hermano Germán a mi habitación que estaba al fondo de la casa, y empezaron a revisar todo, rompieron los colchones y sacaron todas las cosas del placar, y nos dejaron ahí con la puerta entreabierta, por lo que pude ver que había mucha gente que iba y venía… a nosotros nos dejaron encerrados, y cuando me llevaron al baño pude ver a una mujer que tenía pelo castaño de entre 28 a 35 años, ella fue la que me acompañó y luego me llevó de nuevo a la habitación. Al día siguiente, nos hicieron preparar algo de ropa y cerca del mediodía nos llevaron a la casa de unos vecinos de apellido Operto, allí permanecimos un tiempo, y pudimos ver que iban y venían camiones y móviles del Ejército hacia la casa, pudiendo entrar a la casa unos días después junto a la Sra. Operto diciendo que necesitábamos un medicamento y viendo que la casa estaba completamente saqueada, sólo quedaban algunos muebles, entre ellos una mesita de luz de dónde pude sacar una carta donde figuraba la dirección de mi abuela, por lo que la familia Operto pudo comunicarse con ellos, quienes unos diez o quince días después llegaron a buscarnos… Urien es quien firmó mi entrega y la de mis hermanos a mis abuelos. Cecilia, una de las mellizas, se encontraba enferma al momento del secuestro por lo que un militar de apellido Etchevez se la llevó a su casa para que se cure, por eso mis abuelos tuvieron que realizar varios trámites para recuperarla.

Les ordenaron a les chiques que ingresaran a la casa y que no espiaran. Sin embargo, ella pudo ver por una ventana a Juan Mogilner con los ojos vendados; jamás imaginó que era la última vez que lo vería con vida.

Las torturas físicas y psicológicas fueron el común denominador de esa noche. A la mañana siguiente, una parte de quienes realizaron el operativo se retiraron llevándose a los detenidos y dejaron una guardia en forma permanente con el objetivo de quedarse con la propiedad, habitual modus operandi de la dictadura. Como ya se dijo, la familia Operto encontró la dirección de los padres de Irene, y seguidamente les escribieron una carta para ponerlos al tanto de todo.

Olga y José Manuel recibieron la carta el 16 de diciembre de 1977 e inmediatamente se trasladaron a Córdoba para reencontrarse con sus nietos y recuperar con vida a Irene y a Juan. Al día siguiente llegaron a Guiñazú y cerca del mediodía pudieron hacerse cargo de tres de los hermanos. Germán y Verónica corrieron a abrazar a sus abuelos. Ambos estaban muy nerviosos y apenas podían hablar, Germán fue quien tomó la palabra y les contó lo sucedido. Al llegar a la quinta fueron recibidos por unos soldados, quienes le comunicaron que debían ir al Liceo y comunicarse con el teniente Etcheves. Al llegar les avisaron que el teniente no se encontraba allí y les sugirieron que se acercaran al Comando de Brigada del 3er Cuerpo en La Calera. Una vez allí, fueron recibidos por un primer militar que los trató bien, tratando de tranquilizarlos, quien les dijo que dejaran la dirección del lugar donde se hospedaban para poder comunicarse con ellos. El lugar elegido fue el Hotel Castelar, pero no recibieron ningún llamado, por lo cual, pasando las 10 de la mañana del día siguiente, regresaron a la quinta de Guiñazú para ver si había alguna novedad. Alrededor de las 17: 00, se dirigieron nuevamente al Liceo Gral. Paz y esta vez pudieron contactarse con el Teniente Etcheves. Este les comunicó que María Cecilia estaba al cuidado de su esposa y los llevó a la oficina de guardia para labrar un acta y entregarles a les cuatro chiques. Allí fueron recibidos por el Teniente primero Ernesto Facundo Urien. Según se pudo constatar, fue este oficial quien hizo figurar en un acta que había entregado les chiques a unos vecinos, debido al temor por la suerte de las niñas. El militar temía que fueran apropiadas ilegalmente por algún otro miembro de las fuerzas armadas debido a la corta edad de las mellizas. Una vez cumplimentado los papeles, el teniente Etcheves les pidió que lo siguieran para entregarle a María Cecilia.

Nada fue igual para les hijes de María Irene; ya no volvieron a vivir juntos, debido a que la familia Gavaldá se hizo cargo de las mellizas María Cecilia y Mariana, mientras que María Verónica y Germán Lara fueron a vivir con su abuela paterna, Paz Vélez de Lara, en el barrio de Paternal. El contacto entre ambas familias no fue muy fluido debido al temor con que vivía la abuela de los hermanos Lara.

En Córdoba, Irene Gavaldá y Juan Jacobo Mogilner junto a otros detenidos fueron enviados al Tercer Cuerpo de Ejército, ubicado en el predio denominado La Perla, adyacente a Malagueño, lugar en el cual el Grupo de Operaciones Especiales (o Sección de Actividades Especiales de Inteligencia o Tercera Sección u OP3 del Destacamento de inteligencia 141) fue el encargado de todas las actividades vinculados a la tortura, muerte y desaparición de personas. Según consta en el fallo de la Megacausa La Perla, los responsables directos del lugar de detención de Irene y Juan fueron el Gral. Iribarren del Ejército Argentino, Luís Alberto Manzanelli, Carlos Alberto Díaz, José Andrés Tofalo y Oreste Valentín Padovan,entre otros. En cuanto a los días de Juan e Irene en La Perla se sabe que ambos fueron continuamente torturados. Silvio Octavio Viotti relató que todos permanecieron esposados, con los ojos vendados, tirados en el suelo, con orden de no pararse ni sentarse, y con la prohibición total de conversar. También comentó que pudo ver a Irene en el lugar, porque lo trasladaron a una habitación donde estaba ella y otra joven, María de las Mercedes Carriquiriborde. Al principio, ellas fueron puestas en una celda aparte porque creían que eran mujeres sin ningún tipo de importancia en la organización. Luego de recoger papeles en la quinta los represores se dieron cuenta del protagonismo de ambas, por lo que comenzaron a torturarlas igual que a los demás. Irene fue sacada muchas veces para ser interrogada y siempre la regresaban muy golpeada. Es así que comenta que la última vez que la vio, luego de un interrogatorio muy duro, su estado era estremecedor, ya no podía hablar, y mucho menos moverse. A todo ello hay que sumarle los delitos sexuales perpetrados por los torturadores. Silvio recuerda que una vez fue al baño y al pasar por la cocina escuchó la voz de Juan, quien le dijo que se quedara tranquilo. Escuchó los interrogatorios, primero con la técnica del submarino (ahogo provocado con agua, o bebiendo sin dejarlos respirar) y luego con las picanas. Su oído se había acostumbrado a distinguir los quejidos de las víctimas. Hasta el día de hoy no lo puede olvidar. A finales de diciembre María Irene Gavaldá y Juan Jacobo Mogilner fueron sacados de sus lugares de encierro y no se volvió a tener noticias de ellos.

José Manuel Gavaldá[15], padre de María Irene, en la declaración de la Megacausa, dice haber presentado tres habeas corpus, el primero de ellos ante el Juzgado Federal N° 1, con fecha 26 de diciembre de 1977. También efectuaron gestiones ante la ONU, OEA, embajada de Estados Unidos, Madres de Plaza de Mayo, APDH, Curia de Quilmes, y haciendo la correspondiente denuncia ante la Conadep, lo cual motivó una causa en el Juzgado Nº 3 de la capital cordobesa.

Conclusiones

En los últimos años la temática de los derechos humanos tuvo un impulso muy grande en las escuelas de la zona. Las investigaciones sobre los detenidos-desaparecidos de Berazategui fueron una constante en las instituciones escolares. Si bien siempre estuvieron presentes, luego del bicentenario del 25 de mayo los homenajes se multiplicaron. El 5 de diciembre de 2018 se inauguró en el Colegio Nuestra Señora de Ranelagh un mural en homenaje a María Irene, con la participación de toda la comunidad educativa, hermanos, hermanas, hijos e hijas y sobrinas de María Irene y distintas organizaciones de derechos humanos, representantes gremiales y funcionarios de la municipalidad. El cambio generacional entre los funcionarios políticos también puede explicar el porqué de una nueva impronta en el tema de derechos humanos. La cobertura periodística local fue muy importante. La noticia fue publicada en todos los diarios de Berazategui. A ello se le suma que también se publicó en el diario El Sol de Quilmes[16], y fuimos invitados a una actividad de derechos humanos en la Universidad Nacional de Quilmes, donde nos entrevistaron en una radio abierta[17].

Ese mismo año, 2018, quien era el presidente del Honorable Concejo Deliberante de Berazategui propuso que cada desaparecido del distrito tuviera una calle con su nombre, o una plaza o un espacio público. Lo que siguió fue un trabajo de organizaciones de derechos humanos o familiares de desaparecidos para que esas palabras fueran una realidad. Y a raíz del anuncio del concejal Juan José Mussi inmediatamente surgió la necesidad de que una de las calles de Ranelagh llevase el nombre de María Irene Gavaldá. La calle elegida fue la 303, debido a que su casa paterna estaba ubicada en la esquina de 303 y 363 de dicha localidad. En 2019 asumió como intendente el autor de la iniciativa nombrada y como concejala la directora de juventudes Jennifer Noro presente en la inauguración del mural, quien se puso a disposición para presentar el proyecto de ordenanza.

Fuente: autoría propia

En marzo de 2020 nos reunimos con la concejala para iniciar los pasos administrativos para tal fin, pero el inicio de la pandemia le puso un freno a nuestras actividades. ¿Cuál era ese primer paso? Juntar firmas de vecinos e instituciones de la zona que apoyasen la iniciativa. A raíz de las condiciones sanitarias solo se necesitaba el nombre, apellido y DNI de los adherentes. Hasta allí todo bien, se juntaron más de 300 firmas entre las cuales estaban la de exalumnos, docentes y directivos del colegio. También se adhirieron organizaciones como la CTA de los Trabajadores, SADOP, el Frente de Trabajadores de la Educación, la Sociedad de Fomento Almirante Brown, entre otras. El único inconveniente fue que cuando se trató el proyecto de ordenanza las condiciones sanitarias habían cambiado y en una semana hubo que hacer firmar a cada uno de los adherentes, junto a los sellos de las organizaciones. Finalmente el 26 de noviembre de 2020 se votó por unanimidad la Ordenanza Municipal N° 5898, por la que se hizo la imposición del nombre de María Irene Gavaldá a la calle 303, en toda su extensión.

El acto oficial de dicha imposición se realizó el 6 de diciembre de 2021[18] y contó con la presencia del intendente municipal, concejales, consejeros escolares, funcionarios, el Encuentro por la Memoria, Verdad y Justicia, hijes, hermanes, sobrines, autoridades del Colegio Nuestra Señora, el centro de estudiantes de dicha institución “Gavaldá por los estudiantes”. Se leyeron adhesiones del Espacio de la Memoria La Perla (Córdoba), Agrupación H.I.J.O.S. de Córdoba, entre otras.

Seguramente al leer lo expuesto pueden surgir varias conjeturas sobre las causas de tantos homenajes hacia una víctima del terrorismo de Estado. Pero hay una de ellas que sobresale y es lo emocional. Esa chica desconocida hasta el año 2018, exalumna de un colegio de Ranelagh, provocó en la comunidad educativa un sentido de pertenencia que fue el motor de tantos reconocimientos. Y no alcanzó con saber de ella, sino que se buscó información complementaria para tratar de reconstruir su vida. Su familia se sorprendió al ver el resultado de la investigación, ellos no sabían nada de sus actividades en Córdoba. Los trabajos de historia reciente aún son escasos, especialmente en lo referido a víctimas de un barrio determinado, por lo cual, en este caso, estas investigaciones se remiten más a lo social que a las producciones académicas (Águila, 2012). 

Otro dato importante que surge de este trabajo es que el cambio generacional de los dirigentes políticos parece un punto de partida a este presente donde las víctimas del terrorismo de Estado son reivindicadas. Y desde el punto de vista político-social, desde el 2015 hasta el 2019 el gobierno nacional no se caracterizó por ese tipo de reivindicaciones. Por lo tanto, estos trabajos de memoria resultaron necesarios para ciertos sectores de la sociedad. También es de destacar que las entrevistas de los testigos y parientes realizadas se contrastaron con los fallos judiciales correspondientes.

A pesar de la voluntad política de recordar a las víctimas de la dictadura militar en Berazategui, todavía falta recorrer un largo trecho. Faltan muchas investigaciones de este tipo, de las 101 víctimas en Berazategui, reconocidas por la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep), no llegan a un tercio los homenajes realizados. No solo se trata de investigar, sino que hay que convencer a los familiares para que lo permitan. A pesar de haber pasado más de 40 años, estas investigaciones están dando pequeños pasos en un largo camino por recorrer.

Bibliografía

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—— (2002). Maoísmo y nueva izquierda. Un análisis del PCML, 1ra parte 1968-1975. II Jornadas de Historia de las Izquierdas.

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[1] María Beatriz Gavaldá, comunicación personal, 6 de septiembre de 2018.

[2] Silvio Octavio Viotti, comunicación personal, 14 de diciembre de 2018.

[3] Silvio Octavio Viotti, comunicación personal, 14 de diciembre de 2018.

[4] Comisión Provincial por la Memoria, archivos de la Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires (DIPPBA), mesa de referencia, legajo Nº 18800.

[5] Rufino Jorge Almeida relató en esta instancia que: “[…] Después estaban el Ratón Laurenzano, el Tano González y Cristoni Cid de la Paz, que ellos ya contribuían en la parte de inteligencia, interrogatorios, salían y operaban con ellos. Hay que distinguir claramente, una cosa las tareas y otra la inteligencia”. En: Sentencia causas 1668 y 1673 TOF 2 (https://chequeado.com/justiciapedia/wp-content/uploads/2017/09/Fallo-El-Atlético-el-Banco-y-Olimpo.pdf).

[6] El Memorando 8499 – IFI N° 15 ESyC /78, del 7 de febrero de 1978, se relaciona directamente con el anterior. Asunto: Necochea detención de DS del PCML. El Informe (de los días 2 y 3 de febrero de 1978), dice que en razón de haber tomado conocimiento las FFAA y FFSS de que en la costa atlántica [Necochea, Claromecó], durante el 2 y 3 de febrero del corriente año se llevaron a cabo varios procedimientos antisubversivos en la ciudad de Necochea que arrojaron la detención de varios DS.- – -El 2 de febrero, en horas de la tarde, los efectivos realizaban recorridos en la ciudad acompañados por un marcador, NG “Tano” (González); se pudo localizar a uno de los DS, NG “Yimi”, quien es vigilado, se ubicó su domicilio el que fue allanado por la noche, lográndose su detención y la de tres delincuentes más, NG “Vizcacha”, “Mabel” y “la Gorda”, que conviven con su hijos de corta edad (https://crimenesdeestado.untref.edu.ar/descargar-fundamento/225).

[7] http://www.desaparecidos.org/nuncamas/web/testimon/tortti_maria.htm

[8] http://www.desaparecidos.org/nuncamas/web/testimon/almeyda_rufino.htm

[9] http://www.perio.unlp.edu.ar/congresos/sites/perio.unlp.edu.ar.congresos/files/mesa_1-moya_final.pdf

[10] http://basenaval2mardelplata.blogspot.com.ar/2012/05/audiencia-del-11-de-abril.html

[11] http://www.cij.gov.ar/adj/pdfs/ADJ-0.964064001477324616.pdf (Megacausa La Perla, el fallo).

[12] Silvio Octavio Viotti, comunicación personal, 14 de diciembre de 2018.

[13] http://cij.gov.ar/d/doc-1152.pdf

[14] Ídem: fojas 3961, 3962 y 3963.

[15] También en: http://www.derechos.org/nizkor/arg/causa13/ (Fallo de la causa 13/84).

[16] https://elsolnoticias.com.ar/homenaje-a-maria-irene-gavalda-en-berazategui/

[17] https://ddhh.unq.edu.ar/se-realizo-la-radio-abierta-por-el-43o-aniversario-de-la-ultima-dictadura-civico-militar/

[18] https://berazategui.gob.ar/noticias/la-calle-303-ahora-se-llama-maria-irene-gavalda/