Geografías situadas. Narraciones sobre la crisis ambiental en el siglo XXI

Por: Cristina Carballo [I]

Introducción

Las ideas que comparto en esta oportunidad reflejan algunos resultados de una acabada investigación[1], datos olvidados bajo el polvo digital, que a la luz del presente adquieren nuevos significados en el contexto de una exacerbada crisis ambiental. Para ello, se proponen tres momentos que alimentan la complejidad del debate ambiental. Esta lectura acude al análisis del espacio geográfico en tiempos recientes. Categoría operacional que nos moviliza a la reflexión sobre las tensiones ideológicas de lo que llamamos naturaleza en contradictorios proyectos de mundos, situados, en un solo planeta. En este sentido, Cubillos Quintero (2020), señala:

Esta discusión primera de las relaciones ambientales frente al tema naturaleza-sociedad brinda de entrada una enseñanza para la filosofía y el pensamiento ambiental: en vez de mirar de manera excluyente el conflicto entre el “objetivismo determinista” o el “subjetivismo culturalista”, o de negar el peso de la geografía o de la ciencia empírica para dar cuenta de los temas o problemas por discutir en una naciente epistemología ambiental, sería pertinente rescatar las condiciones geográficas del medio ambiente como base para cualquier discusión ambiental; por ello, nuestra permanente insistencia de hablar de las relaciones ambientales ligadas a los ambientes concretos (los territorios) y junto con los agentes sociales que los habitan e influyen: tejer nuestras ideas (p. 82).

El territorio es una comunidad viva, dinámica, que plantea formas de relaciones e interrelaciones sociales con diversas naturalezas, en la que se ponen en juego escalas de poder. Lógicas espaciales que en el actual (des)orden del mundo generan una multiplicidad de problemas ambientales que construyen a diario nuestra crisis ambiental. El planteo de la crisis se expresa internacionalmente en la década de los años setenta del siglo XX, el nivel tecnológico y los cambios de orden económico como político se hacen sentir con costos ambientales, no solo con la contaminación, la pérdida de biodiversidad o el efecto invernadero, sino con y en las desigualdades sociales que generan, valga la paradoja, estas formas de desarrollo. El mismo autor nos plantea:

Cuando los procesos socioculturales de carácter histórico, político, tecnológico y económico producen una disrupción en la relación de las sociedades con la naturaleza surge, entonces, una problemática ambiental. Esta problemática ambiental se patenta en los territorios en la forma de problemas ambientales específicos (García, 2006) que no dejan reconocer la complejidad de la crisis ambiental (Carrizosa, 2014) (p. 36).

Los primeros aportes científicos colocan en la discusión las interrelaciones desde la idea de sistemas complejos iniciado por Rolando García (2006). La naturaleza no está por fuera, ni las sociedades están por fuera. Somos parte de un sistema complejo.

La agenda ambiental iniciada en el siglo XX nos cuestiona viejas ilusiones decimonónicas frente al crecimiento económico sin precedentes. El contundente cambio climático y la fragilidad de una sostenibilidad económica y social del planeta se expresan de manera constante a través del conflicto. Ya no se plantean dudas sobre los efectos ampliados del Antropoceno. Para muchos autores más correctamente denominado Capitaloceno, dado que compromete los recursos necesarios para sostener la idea de economía-mundo a la que pertenecemos cautivos. Quedan visibles también las tensiones que se producen sobre la equidad del acceso y gestión del agua o la necesidad de recurrir a fuentes alternativas de energía. Echamos manos a la naturaleza (como objeto e idea) con diversos instrumentos culturales que comprometen la propia existencia del planeta (y la nuestra), tal como lo conocemos hoy.

“(…) La naturaleza es, en efecto, muy difícil de aprehender. ¿Se trata del mundo físico alrededor y dentro de nosotros, como los árboles, ríos, cadenas montañosas, el VIH, microbios, elefantes, petróleo, cacao, diamantes, nubes, neutrones, el corazón, mierda, etc.? ¿Comprende cosas como las rosas en un jardín botánico, zumo de naranja recién exprimido, Adventure Island en Disneylandia (uno de los ecotopos con mayor biodiversidad de la Tierra), un eco-edificio de Richard Rogers, flujos de aguas fecales, tomates genéticamente modificados o una hamburguesa? ¿Deberíamos ampliarlo para incluir la codicia, la avaricia, el amor, la compasión, el hambre, la muerte? ¿O deberíamos pensar en ella en términos de dinámicas, relaciones y procesos relacionales como el cambio climático, los movimientos de los huracanes, la proliferación y extinción de las especies, la erosión de suelo, sequías, cadenas alimentarias, la tectónica de placas, producción de energía nuclear, agujeros negros, supernovas y cosas por el estilo? […] Timothy Morton se refiere a la Naturaleza como “un término transcendental con una máscara material [que] se ubica al final de una serie potencialmente infinita de otros términos que se funden en él” (Morton, 2007: 14). Morton distingue entre al menos tres lugares o sentidos de la naturaleza en nuestro universo simbólico” (Swyngedouw, 2011, p. 42).

También, desde otro aporte, Philippe Descola (2010) rompe con la distinción clásica entre cultura y naturaleza, ya que este binomio como tal pierde sentido en la medida que aceptemos que la “naturaleza” es una conceptualización y representación, es una construcción cultural que toma forma según la sociedad que la mira.

Por las intensidades en las transformaciones ecosistémicas, recientes visiones teóricas critican la idea de Naturaleza[2] “natural” y es repensada como un constructo social, científico como cultural; así, aportan a la ruptura de las visiones universales y cuestionan el lugar de la naturaleza como realidad externa a la realidad social. No cabe duda de que muchos ecosistemas atraviesan serios problemas de deterioro o exterminio, escenarios que conllevan a un posible colapso ecológico como social. Retomando a R. García (2006), estamos continuamente interviniendo en las interrelaciones sistémicas planetarias sin medir sus consecuencias.

Más allá de las discusiones de sentidos o significados que nos provoca la naturaleza y la crisis que afrontamos, la práctica política hoy resulta nodal como categoría explicativa de los avances en la cuestión ambiental de diversos espacios (sociales, civiles, científicos). Espacios sociales que pueden o no resistir el determinismo tecnológico-económico letal del presente. En otras palabras, qué tipo de preocupaciones ambientales se investigan al iniciar el siglo XXI, ¿clivaje hacia un cambio de valoraciones sobre nuestros límites de crecimiento o reafirmamos una continuidad ecocida?

El trayecto de la Geografía desde diferentes espacios intelectuales ha realizado y realiza valiosos aportes de conocimiento y debates, como se refleja en el análisis geográfico de la primera década del siglo XXI. Superando las tradiciones epistemológicas situadas en el biologicismo del siglo XIX, se instalan e imponen otras diversas preocupaciones y centralidades en la crisis ambiental. ¿Cuáles son esas preocupaciones geográficas sensibles a la crisis ambiental situadas en el cambio de siglo? De esta manera, se plantea el eje del debate.

Para avanzar con la discusión el trabajo organiza un análisis, si bien descriptivo, pasa a ser representativo del trabajo científico que interpela al territorio como categoría explicativa de las contradicciones socioecológicas del mundo contemporáneo.

Territorios en subasta: una aproximación desde la producción científica

La naturaleza, el ambiente, el territorio paulatinamente devienen referente político objeto de disputa y de variados procesos de apropiación cultural. Los procesos de reapropiación y resignificación rechazan la definición de la naturaleza como recurso dentro del proceso productivo (Milesi, 2013, p. 5).

Como podemos ir observando, la trama del trabajo nos propone revisar algunas ideas y no solo reproducirlas doctrinariamente, sino situar al problema ambiental como construcción compleja y no solo como una irrupción no deseada en lo “natural”. Los tejidos sociales, a través de la categoría territorio, contribuyen para cuestionar qué expresan las investigaciones sobre los problemas ambientales.

En un artículo anterior (Carballo, 2021) se inicia este análisis, contando, a modo de historia ambiental, algunos resultados de las producciones geográficas en revistas científicas entre el año 2000 y 2010. Sobre todo, poniendo el énfasis en las formas científicas del quehacer de la Geografía y la coexistencia de miradas teóricas sobre el territorio y los problemas ambientales. En este trabajo el foco del análisis está puesto en qué tipo de problemas ambientales ocuparon la agenda de la Geografía en la escena internacional.

Como estrategia metodológica, se seleccionaron 7 (siete) revistas geográficas internacionales de reconocimiento académico con diferentes tradiciones epistemológicas e ideológicas, en cuatro idiomas (español, catalán, francés e inglés). En total, se analizaron 174 artículos, distribuidos de la siguiente manera: Revista Estudios Geográficos (25), Scripta Nova (22), Documents D’anàlisi Geogràfica (27), Géographie et Cultures (26), L’espace Géographique (25), Antipode. A Radical Journal of Geography (30) y Cultural Geographies (19).


[1] Beca de estadía en investigación posdoctoral realizada en la Universidad de Barcelona (España), entre enero y marzo de 2012. Fundación Carolina. Programa de becas de posgrado en España para docentes de universidades nacionales convocatoria 2011. Ministerio de Educación de la Nación Argentina.

[2] Por ejemplo Swyngedouw (2011) toma el trabajo de Morton (2007), quien propone sentidos frecuentes que combinan a la idea de naturaleza como un “significante flotante”, o sea una naturaleza vacía de sentido. También la define como “fuerza de ley”, donde la idea de naturaleza es utilizada en el sentido de norma para medir comportamientos o desvíos. Y, finalmente, resulta en una idea, generalmente reprimida, en el que proyectamos sobre la Naturaleza nuestros deseos libidinales que separa el intangible núcleo óntico de lo real del mundo simbólico del cual somos parte.

Figura 1

Figura 1
Fuente: Elaboración propia sobre el Informe Estadía Posdoctoral, 2012

Como primera fotografía de ese recorrido, presentamos la figura 1, donde podemos observar la importancia que toman en las investigaciones y comunicación de resultados de los problemas ambientales en general y también asociados al riesgo y la contaminación (29,5%) al iniciar el siglo XXI. También están presentes las políticas ambientales, la ordenación territorial, estudios sobre parques nacionales (27,7%), como gestión y usos de los recursos (17,9%). En menor grado, el turismo (4,6%), como preocupación relacionada con las condiciones ambientales o problemas de deterioro. Y, finalmente, una serie de intervenciones menores (20,2%) desde aspectos teóricos, educación ambiental, entre otros.

A grandes rasgos, podemos acordar que la Geografía como disciplina se ocupa del entramado y la configuración de los territorios. Desde sus bases tradicionales al presente ha puesto una mirada no siempre complaciente a la cultura del progreso y el consumo infinito. Su larga data de evidencia empírica no la eximió de una lectura crítica sobre la voracidad económica sostenida por los recursos del planeta, señalando, a la vez, el costo ecosocial. Mundo fragmentado por la pobreza y la opulencia del consumo desmedido.

Figura 2

Figura 2
Fuente: Elaboración propia sobre el Informe Estadía Posdoctoral 2012.

En la figura 2, se ordenan los artículos por grupos temáticos de investigaciones, según la revista. Cabe aclarar que esta ordenación parte de la construcción de un dato a partir de las palabras clave de los trabajos. En esta segunda mirada de la información se evidencia la diversidad de preocupaciones, haciendo énfasis en algunos temas de interés, acorde al contexto editorial. Si bien comparten la preocupación ambiental como eje central, los problemas ambientales tienen un papel central. Y en algunas revistas la discusión teórica adquiere más visibilidad que en otras.

En este sentido, el conocimiento geográfico se renueva e intenta dar respuestas a los desafíos que implica la crisis ambiental frente a los actuales modelos culturales y económicos del determinismo neoliberal del capital. Si bien los temas son diversos: sacralización de la naturaleza, residuos, áreas protegidas y turismo, desigualdad urbana, riesgo ambiental, patrimonio natural, entre otros ejes, dan cuenta de la multiplicidad de abordajes y problemáticas que nuestro campo del saber es capaz de des-construir y reconstruir los procesos espaciales presentes en los conflictos ambientales (Carballo, 2021, p. 122).

Aparece una gran diversidad de problemáticas que toman como categoría explicativa al territorio. Así, la pérdida de biodiversidad, la complejidad y servicios ambientales de una cuenca hidrográfica, la contaminación, la falta de infraestructura básica urbana, las migraciones rurales empujadas por el extractivismo, o la presión sobre el suelo agrícola, entre otros temas, solo adquieren complejidad en ese diálogo social con los ecosistemas híbridos, principales componentes de lo que llamamos naturaleza.

El territorio como modelo “situado” en la investigación ambiental

[…] tanto los individuos como sus entornos son co-producidos y co-evolucionan en formas históricamente contingentes, altamente diversificadas, localmente específicas y a menudo imposibles de aprehender en su totalidad. Para estos autores, por lo tanto, no puede realizarse ninguna afirmación universal o fundacional acerca de lo que es la Naturaleza, lo que debería ser o hacia dónde debería dirigirse. Tampoco para ellos, en definitiva, existe la Naturaleza (Swyngedouw 2011, p. 46).

Salvando los valiosos aportes que nos plantean otras formas de interpelar críticamente las certezas de los que llamamos naturaleza, no podemos negar la existencia de una visión generalizada de la naturaleza como botín de recursos, asociada a la naturaleza ordinaria del mundo occidental. El punto es de qué naturaleza situada hablamos… En otras palabras, en qué territorios…

En esta última parte del debate se propone un último componente de reflexión y se presenta otro tipo de organización de la información que nos invita a ver la complejidad en la gran diversidad de problemáticas que ocupan la agenda geográfica.

El esfuerzo consistió en visibilizar las ideas centrales de las investigaciones, a través de las palabras clave que proponían los artículos científicos publicados en revistas de alta performance académica. Para ello se propuso construir una representación de estos datos mediante la técnica de nubes de palabras.

Para la realización de las nubes de palabras se utilizó el generador online gratuito disponible en el sitio en inglés Wordclouds.com. Este generador permite, a partir de un texto que puede cargarse desde un documento o copiarse directamente en la página, elaborar nubes de palabras de modo personalizado a partir de la selección previa de formas, temas, colores y tipografías. Para ello, previamente, se elaboró una lista de palabras clave por cada una de las revistas analizadas; estas se unificaron para que la consideración de su peso en la nube, a partir de la repetición del concepto, fuese consistente con el tema planteado en cada artículo (por ejemplo: riesgo/riesgos; costes ambientales–beneficios ambientales/costes y beneficios ambientales, etc.).

¿Por qué las palabras adquieren relevancia en el análisis? Porque, sin duda, adquieren sentidos y socaban o construyen miradas sobre los problemas ambientales “reales” que son validados frente a los criterios de la ciencia. Y, además, porque nos dan señales de las principales preocupaciones que atañen a un análisis espacial que interpela desde la problemática ambiental y desde el análisis multiescalar los tejidos sociales –con sus ideas– que constituyen al territorio. Cada instancia arguye un posicionamiento teórico conceptual y metodológico donde coexisten enfoques que iluminan la complejidad de la crisis ambiental.

A continuación, se recrean estas palabras, según las revistas.

Figura 3

Figura 3
Fuente: Elaboración propia sobre el Informe Estadía Postdoctoral 2012.

En la figura 3, se reconocen, entonces, algunas tendencias que hacen a la producción científica de la problemática ambiental. El quehacer geográfico contemporáneo parte de enfoques críticos y rigurosos para buscar caminos metodológicos y técnicas. Procesos que se definen a través del recorte ambiental. No obstante, cada revista científica partió como proyecto colectivo editorial, en un contexto de ideas propias, frente al amplio campo disciplinar. 

Para iniciar, Antipode coloca una supremacía evidente en la palabra justica, para continuar con ambiente, agua y neoliberalismo. La trayectoria de una geografía radical se deja develar a partir de la palabra neoliberalismo como una crítica constante y presente. Le siguen marxismo, escala (que se asocia a las relaciones y lógicas espaciales). En Cultural Geographies, la palabra naturaleza, ambiente y ecología concentran la tríada más significativa desde su representación. Por otra parte, en Documents d´Analisis Geográfica adquieren protagonismo las palabras ambiental, geografía, paisaje, sostenibilidad y participación. En Estudios Geográficos, se destaca desarrollo de manera notoria, y las palabras: ambiental, sostenibilidad, ordenación y territorial. Estas dos últimas revistas ponen énfasis en publicaciones que atañen a problemas de ordenación territorial y ambiente, a través de una búsqueda de una gestión sostenible.

Para continuar, en Géographie et Cultures adquieren visibilidad: naturaleza, patrimonio, conservación, espacio y gestión. También desarrollo “durable” o sostenible, y aparecen visibles las palabras: público y ética, a diferencia de las otras publicaciones.

L´Espace Geographiques resalta la palabra ambiente, geografía, fragmentación, lo público. Y, por primera vez, surge con énfasis el problema del cambio climático.

Finalmente, en Sripta Nova se destacan la planificación, la educación y la palabra ambiente. También surge con fuerza la palabra gestión y riesgo, peligro.

Más allá de las tradiciones de estas revistas europeas, en materia de definiciones ideológicas, lo que está claro es que la problemática ambiental se aborda de manera compleja y dinámica. No hay recetas, o mejor dicho las que se conocían ya no aplican.

Desnaturalizar al territorio, un final abierto

Como síntesis de este recorrido, podemos asumir que los problemas ambientales no solo hacen palpable que el dualismo “sociedad-naturaleza” no alcanza para desentramar nuestra crisis ambiental, sino más bien pone en la vidriera las causas históricas, políticas como económicas que provocan el caos ambiental del planeta. En este sentido, se ponen en debate las visiones dualistas de la naturaleza, tal como lo plantean Castro y Zuzman (2009). O, parafraseando a E. Leff (2008), con relación al concepto de ambiente, lo define como una categoría social de análisis más que natural, pues el origen de estos problemas son producciones de las sociedades contemporáneas.

La apelación al discurso científico puede operar como estrategia argumentativa en el refuerzo de posicionamientos políticos que vehiculizan las racionalidades, ya sean ambientalistas, contemplativas, productivistas, locales o especulativas, a través de la representación de la razón científica (la “ciencia N° 1” para Latour). Las imágenes satelitales o las mediciones de la calidad del aire se toman por referentes argumentativos infranqueables que denotan que el objeto ha sido definido por la ciencia; eso se presenta como una realidad fáctica, como un “más allá” de las discusiones políticas, lo que proporciona otro ingrediente a la fabricación de la naturaleza como un fenómeno post político indisputable.

¿Cómo se puede evitar que tanto la ciencia como la naturaleza, en las formas específicas de litigar asuntos públicos, se conviertan en apelaciones incuestionables y por lo tanto en estrategias argumentativas que socavan una legítima disputa democrática de usos del territorio? […] (Prieti, 2023, p. 137).

La evidencia de los grandes problemas ambientales identificados (calentamiento global, variabilidad climática, desertificación, desplazamiento ambiental, riesgo urbano, contaminación de las fuentes hídricas etc.) es producto y, a la vez, impacto de los procesos de modernización científicos, tecnológicos y económicos. En la actualidad, la arena política plantea tensiones sobre las prácticas territoriales que resultan vitales tanto para el desarrollo global como para la continuidad de la vida. Los trabajos expresan una gran diversidad de problemáticas y, a la vez, anuncian la necesidad de un viraje hacia un desarrollo sostenible con equidad social. Caminar por la cornisa de los sentidos científicos de la naturaleza también nos obliga a llevar de la mano estos posicionamientos críticos de significados que resquebrajan su universalidad. En estos abordajes geográficos de la crisis ambiental del siglo XXI la dimensión política está presente como un avance impensable.

En este sentido, recuperando los trabajos analizados, la Geografía tiene un trayecto desde el análisis territorial profuso que incorpora a las interrelaciones sistémicas de los procesos espaciales de manera compleja. El concepto de escala relativa nos aproxima a entender las lógicas espaciales que configuran territorio a partir de esta visión de sistema y no como procesos aislados o fragmentados. El análisis multiescalar, en definitiva, nos permite intervenir en un territorio, sin olvidar otro tipo de interrelaciones que pueden ser centrales en el análisis ambiental. Como idea cierre de este debate, pensemos que la disputa ecosocial de este siglo requiere resituar al territorio per se, e incluir más bien el uso político del territorio.

Referencias bibliográficas

Castro, H., y Zusman, P. (2009). Naturaleza y Cultura: ¿dualismo o hibridación? Una exploración por los estudios sobre riesgo y paisaje desde la Geografía, Investigaciones geográficas, 70, pp. 135-153.

Carballo, C. (2021). Cultura y Naturaleza en la Geografía Ambiental del Siglo XXI. Espaço e Cultura, N. 49, pp. 108–124. http://www.e-publicacoes.uerj.br/index.php/espacoecultura/

Cubillos Quintero, L. F. (2020). La interdisciplinariedad en las ciencias ambientales: La problemática ambiental del territorio como categoría de investigación para los estudios ambientales. Pereira: Editorial Universidad Tecnológica de Pereira.

Descola, P. (2010). Más allá de la naturaleza y de la cultura. En Montenegro, L. (Ed.) Cultura y Naturaleza. Bogotá: Jardín Botánico J.C. Mutis, pp. 75-96.

García, R. (2006). Sistemas complejos. conceptos, método y fundamentación epistemológica de la investigación interdisciplinaria. Barcelona: Gedisa.

Leff, E. (2008). Discursos sustentables. México: Siglo XXI Editores.

Milesi, A. (2012). Naturaleza y cultura: una dicotomía de límites difusos. Publicación Cátedra de Antropología Cultural. Facultad de Psicología. UNC.

Preiti, F. (2023) Marco epistemológico para abordar conflictos sociales en torno de los incendios en el Delta del río Paraná (año 2020), Quivera, año 25, pp. 121-140

Swyngedouw, E. (2011). La Naturaleza no existe. La sostenibilidad como síntoma. Urban, 01, pp. 41-66

https://www.nubedepalabras.es/

[I] Cristina Carballo: Cristina Teresa Carballo es docteur en Geographie Sociale (Francia). Magíster en Políticas Ambientales y Territoriales y profesora de Geografía por la Universidad de Buenos Aires. Fue coordinadora de la carrera Licenciatura en Información Ambiental en la Universidad Nacional de Luján y directora de la Maestría en Ambiente y Desarrollo Sustentable de la UNQ. Actualmente, es investigadora, docente y directora de la Licenciatura en Geografía (modalidad virtual), Universidad Nacional de Quilmes.

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